La vida tiene un poco de todo. Está llena de momentos felices, de disfrute y de risas; pero también de experiencias tristes y tiempos difíciles...
En la infancia no todo es felicidad tampoco, los niños tienen miedos, angustias, tristezas y rabia. Muchas veces lloran, hacen pataletas, no duermen, o quizá están irritables o hiperactivos porque no encuentran otra forma de expresar su malestar. Malestar que es humano...
Así es la vida... Ese es el proceso de crecer... Es natural que haya un poco de todo. Sin embargo, en estos tiempos parece haber una hiper preocupación de los padres por que sus hijos "sean felices" y les resulta muy complicado permitirles vivir los momentos difíciles con naturalidad y acompañarlos con calma. ¿Por qué?... ¿Será que imaginamos que hay una forma de transitar por la vida evadiendo el malestar sin ningún tipo de costo emocional?

Es posible acelerarnos, distraernos o atontarnos con cosas superficiales para no sentir, pero el costo es alto: perdemos la brújula y eventualmente terminamos confundidos, vacíos o deprimidos…
Estar triste no es malo. Tener momentos de angustia es parte de la vida. La rabia es un sentimiento como cualquier otro. Lo que deprime, confunde y enferma es tratar de hacer como si nada de eso existiera.
Los niños, al igual que los adultos, necesitan espacio y tiempo para sentir la vida en sus diferentes matices. Necesitan que los escuchemos en silencio y que los ayudemos a entender cómo se sienten, para eso es importante que nosotros mismos no perdamos nuestras propias brújulas.
Quizá a veces creemos qué hay una forma de vivir solamente los días soleados...
Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres
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