jueves, 29 de diciembre de 2016

Un niño tiene miedo

Matías de 9 años le comenta a su mamá: "Cuando un niño te diga que tiene miedo de algo, nunca le digas que ese algo no existe, porque eso no lo ayuda".

Matías tiene razón. Los niños tienen diferentes miedos que a los adultos muchas veces nos parecen "irracionales". Por ejemplo: el miedo a los monstruos, a las brujas, a la oscuridad, a los fantasmas... Cuando nuestros hijos están asustados y nos dicen: "Mami no puedo dormir porque tengo miedo a los monstruos" y nosotros respondemos: "Los monstruos no existen", por más que lo que queremos es calmarlos, no los estamos ayudando, más bien se quedan más solos y asustados... ¿Por qué? Porque los niños pequeños aún no pueden discriminar bien entre la fantasía y la realidad, por eso los monstruos que imaginan ¡perfectmente pueden vivir debajo de su cama! A nosotros con nuestras mentes adultas nos cuesta entenderlo pero así es... Tener miedo es parte normal del desarrollo.

Crecer es un proceso largo que no está exento de ansiedades, duelos, angustias y miedos que muchas veces se proyectan en el afuera en forma de monstruos y brujas. Cuando un niño está asustado, es mucho más tranquilizador un abrazo comprensivo, una compañía contenedora, una escucha a corazón abierto, y cuatro orejas. Preguntémosles cómo es ese monstruo, por qué le da miedo, si tiene poderes, de qué color es... Adentrémonos con ellos al mundo de sus fantasías y se sentirán más acompañados y tranquilos. No es necesario buscar abajo de la cama para comprobarle que no hay ningún monstruo, ni tampoco intentar erradicar su miedo en un segundo. El crecimiento y el mundo interno tienen sus propias leyes y tiempos, y es importante respetarlas.

¿Acaso nosotros los adultos no tenemos nuestros propios monstruos también?.....

Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

"No existe tal cosa como una vida sin lágrimas" D.W. Winnicott

La vida tiene un poco de todo. Está llena de momentos felices, de disfrute y de risas; pero también de experiencias tristes y tiempos difíciles...

En la infancia no todo es felicidad tampoco, los niños tienen miedos, angustias, tristezas y rabia. Muchas veces lloran, hacen pataletas, no duermen, o quizá están irritables o hiperactivos porque no encuentran otra forma de expresar su malestar. Malestar que es humano...

Así es la vida... Ese es el proceso de crecer... Es natural que haya un poco de todo. Sin embargo, en estos tiempos parece haber una hiper preocupación de los padres por que sus hijos "sean felices" y les resulta muy complicado permitirles vivir los momentos difíciles con naturalidad y acompañarlos con calma. ¿Por qué?... ¿Será que imaginamos que hay una forma de transitar por la vida evadiendo el malestar sin ningún tipo de costo emocional?

Es posible acelerarnos, distraernos o atontarnos con cosas superficiales para no sentir, pero el costo es alto: perdemos la brújula y eventualmente terminamos confundidos, vacíos o deprimidos…

Estar triste no es malo. Tener momentos de angustia es parte de la vida. La rabia es un sentimiento como cualquier otro. Lo que deprime, confunde y enferma es tratar de hacer como si nada de eso existiera.

Los niños, al igual que los adultos, necesitan espacio y tiempo para sentir la vida en sus diferentes matices. Necesitan que los escuchemos en silencio y que los ayudemos a entender cómo se sienten, para eso es importante que nosotros mismos no perdamos nuestras propias brújulas.

Quizá a veces creemos qué hay una forma de vivir solamente los días soleados...


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

La carrera sin fin

“Come rápido” “Apúrate en hacer tu tarea” “¡Que lento eres!” “¿Ya terminaste?” “Apúrate que no llegas a tu clase”…

A veces pareciera que vivimos en un mundo hiperactivo en el que los adultos estamos tan tomados por los estímulos y la velocidad que vamos perdiendo la capacidad de compartir con nuestros hijos sin interferencias ni apuros, sin necesariamente tener que "organizar un plan" para poder pasar tiempo juntos. Hasta los momentos de ocio se han convertido en una carrera sin fin…

Me pregunto, si nosotros mismos estamos tan acelerados, ansiosos y distraídos ¿cómo podemos transmitirles la calma necesaria a nuestros pequeños para que crezcan sin sentirse insatisfechos, ansiosos, y constantemente en la búsqueda de actividades que los hagan sentir completos?

En un mundo que cada día se mueve más rápido, que exige tener más logros, más estudios, más habilidades, ¿en qué momento les transmitimos la calma necesaria para disfrutar de ser niño?
El crecimiento es un camino largo que tiene sus propios tiempos y procesos imposibles de acelerar....


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

En nombre del amor

Últimamente leo muchos artículos que hablan acerca de "educar a los hijos con amor". El amor es, sin duda, un ingrediente fundamental para establecer relaciones profundas, duraderas, y para ser felices. Sin embargo, también creo que en ocasiones se le confunde y desvirtúa convirtiéndolo en un cliché vacío de significado, en un ideal que “todo lo puede”, o en una necesidad de los padres de cubrir sus propios vacíos con sus hijos, "en nombre del amor".

Les quiero contar algunas reflexiones que tuve acerca de este tema:

Criar a los hijos con amor no significa ser padres complacientes y permisivos. Los niños necesitan límites firmes, claros, y consistentes para sentirse seguros y crecer tranquilos. La firmeza y el amor son absolutamente complementarios para poner límites...

Criar a los hijos con amor no significa resolverles la vida. Las frustraciones son parte de la vida, y la infancia es el momento privilegiado en el cual los niños aprenden, en compañía de sus padres, a tolerar las pequeñas dosis de frutración inherentes a la existencia humana, que finalmente les permiten ir construyendo una mente capaz de pensar.

Criar a los hijos con amor no significa evitarles el sufrimiento a toda costa. Crecer es un camino que no está excento de dolor y de pequeños duelos necesarios para el desarrollo afectivo, para despedirnos de etapas pasadas y seguir caminando hacia el futuro. El problema no es que nuestros niños pasen momentos de tristeza, rabia o frustración, el problema es dejarlos solos con todo lo que sienten. Los niños necesitan padres capaces de registrarlos y de mirarlos, que los ayuden a digerir las experiencias y los momentos difíciles. A veces solo necesitamos alguien que nos escuche con atención y corazón abierto...

Criar a nuestros hijos con amor no es estar pegados a ellos las 24 horas del día. Esto no es apego tampoco... Los niños necesitan respeto de su propio espacio y de sus momentos en soledad. Necesitan padres con vida propia, capaces de despedirse para después poder reencontrarse con alegría. Los hijos no vienen al mundo para cubrir nuestros propios vacíos....

Criar a nuestros hijos con amor no es exigirles que sean los mejores. Cada niño es diferente, tiene ritmos, gustos, habilidades y defectos que los hacen únicos. El amor respeta la individualidad y el tiempo de cada niño. ¿Quién dijo que ser el mejor es ser el más feliz?...

Criar a nuestros hijos con amor no es llenarlos de lecciones de vida, como si nosotros supiéramos cómo vivir SU vida. Nuestra labor como padres es acompañarlos amorosa y respetuosamente en el camino de ir descubriendo quienes son y qué esperan de esta vida. Nunca perdamos la capacidad de sorprendernos...

El amor es necesario y fundamental para educar niños sanos y felices, pero no es suficiente... A veces, es fácil confundirnos "en nombre del amor"...

Y ustedes ¿Qué piensan que es criar a nuestros hijos con amor?

Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta

Acunnare. Espacio para Padres

Entre lo público y lo privado

Luego de algunos días de silencio cibernético, de no publicar nada y tomar distancia para pensar en el efecto que la inundación de las redes sociales tiene en nuestras vidas, vinieron a mi mente varias preguntas.

¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos en estos tiempos de Instagram, Snapchat y Facebook, en los que la foto aguanta todo? ¿Cuál es la delgada línea que separa lo público de lo privado? ¿Por qué necesitamos publicar cada momento de la vida? Cada cosa que nos compramos, cada viaje, cada plato de comida, cada mañana en familia... ¿Cómo podemos hablarles de intimidad a nuestros pequeños si los momentos más íntimos con ellos los hacemos públicos? ¿Cómo transmitirles que lo más importante es "lo de adentro" si vivimos tan "para afuera"? Si realmente estamos disfrutando, ¿por qué necesitamos publicarlo? ¿Cómo les enseñamos a nuestros hijos a disfrutar de los momentos juntos si estamos tan ocupados documentando todo para subirlo a Facebook? ¿es posible disfrutar así?

Muchos padres están preocupados porque sienten que las redes sociales dejan a sus hijos muy expuestos a personas mal intencionadas y creo que tienen razón en preocuparse. Es importante que hablemos con nuestros pequeños de los riesgos y la necesidad de cuidarse, pero ante todo, lo más importante es que sepamos que ellos aprenden de cuidado e intimidad de nosotros y con nosotros. Si los padres dependemos de "likes" para sentirnos aprobados ¿qué les estamos enseñando?...

Las redes sociales son un gran invento, nos abren muchas puertas y nos unen en la distancia pero también se pueden convertir en un depósito de muchas pasiones que nos ponen en riesgo...


Minosha Casabonne

Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

Reflexiones de las vacaciones

Los niños ya volvieron al colegio, algunos con pena, otros contentos de reencontrarse con sus amigos y su rutina escolar... Las vacaciones son importantes para toda la familia porque nos permiten hacer un alto a la apurada rutina diaria y pasar largos momentos juntos, descansar y entregarnos al placer del ocio y el juego.

Durante estas vacaciones estuve pensando en la calidad del tiempo que pasamos con nuestros hijos, y no pude pasar por alto la gran interferencia que generan las pantallas en nuestras vidas... Pensaba en la sensación de ausencia y desconexión cuando estamos en nuestros teléfonos y tablets, en las conversaciones interrumpidas, en la indiferencia que deben sentir los que sí son capaces de apagar sus teléfonos cuando estamos juntos (o los que simplemente no tienen teléfonos, como muchos niños).

Me preguntaba ¿qué sentirán nuestros hijos cuando nos ven permanentemente conectados a la pantalla a pesar de que estamos "pasando tiempo” en familia?.... ¿Lo sentirán como rechazo o desinterés de nuestra parte?

Me preguntaba ¿cómo los niños no van a pedirnos jugar con nuestros celulares si ven que nosotros no podemos desprendernos de ellos?, ¿por qué no desearían locamente un objeto que es tan preciado para sus padres?

Me preguntaba ¿qué mensaje les estamos dando cuando manejamos chateando y contestando llamadas?, ¿les estaremos enseñando a negar de la manera más nefasta los peligros?

Me preguntaba ¿cuánto de lo que pasa alrededor nuestro nos perdemos por estar conectados respondiendo los millones de whatsaps que nos entran?... ¿Qué lugar tiene el aquí y ahora si estamos todo el día en la realidad paralela de la pantalla?

Me preguntaba ¿qué sentirán los más pequeños cuando los mensajes de texto interrumpen constantemente nuestros momentos juntos?... ¿Será que estamos perdiendo la capacidad de "estar" en un mundo en el que todo es "hacer"?

Me preguntaba ¿por qué antes podíamos estar en silencio con nuestras mentes y ahora nos metemos al celular casi como un acto reflejo?...

Me preguntaba ¿por qué la necesidad de publicar todo?, ¿cuál es la noción de intimidad que les estamos inculcando a nuestros hijos si publicamos fotos de cada paso que damos?, ¿les estamos enseñando a disfrutar los momentos o a publicar ante la mirada de los demás que lo estamos haciendo?

Todos sabemos que es importante regular el tiempo que pasan nuestros hijos frente a las pantallas pero quizá, primero tendríamos que preguntarnos nosotros mismos ¿por qué no podemos tomarnos vacaciones de ellas ni siquiera un instante para estar en familia?...

Me lo pregunto...

Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres


¿Un millón de amigos?

Amigos, amigas, risas, bulla, chistes, santos, invitaciones, planes, talleres … Esta es la vida de muchos de nuestros niños de hoy. Los padres están muy preocupados por fomentar que sus hijos sean sociables, extrovertidos y conversadores porque estos se han convertido en "signos" de salud mental.

-"Mientras más extrovertido, más seguro es de sí mismo"- piensan algunos... Según esta misma lógica, que tu niño se sienta intimidado, sea selectivo con las amistades y sea callado son señales de que "algo anda mal"....

Que los niños socializen se ha convertido hoy en día en una preocupación tan grande que tener un millón de amigos es más importante que tener pocos amigos pero buenos. La cantidad parece ser más importante que la calidad, muy acorde con la lógica actual del hiper consumo.

Pero quizás deberíamos hacer una pausa y preguntarnos: ¿qué les estamos enseñando a nuestros hijos sobre la intimidad?¿es más importante tener muchos vínculos superficiales o unos pocos pero sólidos e íntimos?

Por otro lado, hay niños que no son tan sociables, ni tan conversadores, ni muy extrovertidos, auténticamente son así, es parte de su personalidad. Sin embargo reciben el mensaje de que "algo anda mal en ellos", generándoles ansiedad y perjudicando su autoestima.

Continuando con las preguntas, ¿en qué momento tener la capacidad de escoger a los amigos se convirtió en un defecto? ¿no es acaso lo que tanto deseamos que nuestros hijos sepan hacer en la adolescencia? ¿Por qué está mal que un niño prefiera invitar a los mismos amigos? ¿o que prefiera jugar solo de vez en cuando? ¿En verdad estos son defectos? ¿En serio son indicadores de que algo anda mal?

Quizás tendríamos que voltear la mirada hacia nosotros mismos y preguntarnos si en el mundo acelerado de hoy no estaremos perdiendo la capacidad de escuchar, de permanecer en silencio, de estar a solas, de establecer vínculos profundos y sólidos.... Si no nos estaremos llenando de cosas, de gente, de bulla, que nos impide escuchar lo más auténtico que impaciente espera a ser descubierto...


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

Por un Perú mejor

Ayer fui a una charla en el colegio de mis hijos. Me sorprendió que uno de los temas a tocarse en una charla para padres fuera "el tráfico". Sin embargo, inmediatamente entendí que más allá del tema concreto del tráfico, ellos querían hablar acerca del respeto. Fueron muy enfáticos en decir que si nosotros como padres no respetamos las reglas de tránsito y estacionamiento a la hora de recoger y dejar a nuestros hijos en el colegio, si cerrábamos a los otros carros, nos estacionábamos mal, etc, iba a ser muy difícil enseñarles respeto a nuestros hijos. "Los valores fundamentales en la vida se enseñan con el ejemplo, no con las palabras" dijeron. No pude estar más de acuerdo...

Hoy en la puerta del colegio, después de la charla de ayer todavía habían personas mal estacionadas, entorpeciendo el fluir del tránsito. De acuerdo, el tráfico en esta ciudad es terrible pero si ni siquiera se respetan las reglas es una jungla.

Si queremos que nuestros niños aprendan respeto y tolerancia empecemos por nosotros mismos, hagamos una pausa y mirémonos un rato, no los regañemos ni castiguemos si maltratan a otras personas cuando quizá nosotros mismos estamos siendo sus modelos.

Los valores se inculcan con el ejemplo, a las palabras se las lleva el viento.....

Un Perú mejor empieza por nosotros 
mismos....


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

Mi hijo es muy ansioso

Muchos padres llegan a consulta buscando un espacio de terapia emocional para su hijo. Las razones son variadas, pero un tema que se repite es "mi hijo es ansioso" (se come la uñas, come mucho, no para de moverse, no se puede concentrar, hace pataletas constantemente...). Ciertamente la terapia emocional para los niños es indicada y muy útil en determinados casos y es especialmente efectiva cuando los padres se comprometen con el tratamiento. Pero quizá antes de mandar a nuestros niños a terapia vale la pena darnos un espacio para pensarnos a nosotros como personas y como padres y hacernos algunas preguntas básicas : ¿Estoy siendo muy exigente conmigo mismo y con mis hijos? ¿estoy disfrutando de criarlos o siento la crianza como una labor pesada y difícil? ¿puedo encontrar espacios de juego y conversación con mis hijos o el día a día es una rutina que no para nunca? ¿me siento irritable todo el tiempo?...

Todos los que tenemos hijos sabemos que la crianza puede ser por momentos difícil, porque nos preguntamos muchas cosas, dudamos, nos enfrentamos constantemente con nuestros propios lados difíciles y nos descubrimos muchas veces repitiendo aquellas cosas que siempre dijimos que nunca íbamos a hacer... Pero no tiene por qué ser así todo el tiempo.

Criar a nuestros hijos también puede ser muy placentero y divertido. Si hacemos pausas, nos permitimos dudar y bajamos la exigencia seguramente descubriremos que es un momento de la vida de constantes aprendizajes y descubrimientos mutuos. 

Ser padres no tiene por qué ser un camino agotador, exigente y pesado. De hecho, tanta exigencia nos puede poner muy ansiosos a todos y los primeros en denunciarlo son los más pequeños.

Acompañar a nuestros hijos a crecer es un momento corto de la vida, en unos años seguramente miraremos atrás y pensaremos "¿cómo se puedo pasar tan rápido?"...


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunare. Espacio para Padres

Algunas ideas sobre el fanatismo

En los últimos tiempos las noticias del mundo nos han tenido preocupados con los niveles de violencia a los que pueden llegar los grupos fanáticos extremos: Bombardeos, abusos, matanzas a mansalva, reclutamientos de niños y adolescentes aprovechándose de la vulnerabilidad de estas etapas del desarrollo para lavarles el cerebro y adoctrinarlos en una "verdad única".

Pero ¿por qué el fanatismo es tan peligroso? 

Porque al ofrecer ideas cerradas y verdades absolutas ahorran la incómoda tarea de pensar y cuestionar, es "anti pensamiento". Es como un libreto donde está todo escrito y nada se cuestiona ni se duda, empobrece la mente y la depreda lentamente porque anula su función principal: PENSAR. El pensamiento fanático intenta ser una fábrica de robots capaces de todo en nombre de cualquier Dios o Causa.

Los padres y maestros tenemos, en ese sentido, una labor importante de prevención fomentado en los niños la libertad de pensamiento, el diálogo con ideas distintas y el cuestionamiento, aunque a veces parezca más fácil educar en la obediencia absoluta y el sometimiento... Para que el mundo pueda evolucionar, es necesario que las ideas puedan ser plásticas, permeables, que permitan el diálogo con otras ideas distintas porque es a partir de ese intercambio que lo nuevo puede surgir y el crecimiento puede continuar....

Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

Vacío y aburrimiento no son lo mismo


Las vacaciones han empezado para muchos de los niños y sus familias. Se acabaron las levantadas temprano, tareas, pools y uniformes por un buen tiempo. El sol comienza a salir y se acercan las fiestas. Los niños por lo general están contentos de que se acabe la rutina, de tener mayor tiempo para jugar, estar con los amigos, dormir hasta tarde y disfrutar de otros espacios como la playa y la piscina.

Por otro lado, muchos padres ya están pensando en vacaciones útiles y clases de verano. Empiezan las conversaciones "¿en qué clases lo vas a meter?", "¿qué va a hacer tanto tiempo en casa?, ¡se va a aburrir!". El tiempo libre es fundamental para el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, jugar, aburrirse y aprender a salir del aburrimiento los ayuda a desarrollar sus recursos propios y su creatividad y las vacaciones es el tiempo privilegiado para ello. 

Tiempo libre no es lo mismo que vacío pero pareciera que algunos adultos lo sintiéramos así y quizá por eso necesitamos llenar a nuestros niños de actividades y planes "para que no se aburran". En estos tiempos de vorágine, en que todo es una carrera a veces es difícil pensar que el aburrimiento sea algo positivo, sin embargo es una experiencia por la que necesariamente nuestros niños deben transitar para aprender a sentirse verdaderamente llenos, llenos de sí mismos...


Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

Cuando nos vamos de viaje y los niños se quedan en casa


¿Es mejor que se queden en su casa o que se muden a la casa de las personas que los cuidarán?

Para los chicos SU casa es muy importante porque ella contiene vivencias, afectos y objetos que los acompañan y envuelven en su día a día. Por ello, cuando nos vamos de viaje lo más recomendable es que se queden en su casa con las personas que los cuidarán durante nuestra ausencia...

¿Les aviso con tiempo o el día antes de irme?

En general, la mente (sobe todo la de los niños) necesita tiempo para digerir las cosas, por ello es mejor decirles con anticipación. Los niños por más pequeños que sean se dan cuenta de todo y muchas veces cuando ellos perciben algo que sus padres les tratan de ocultar, las fantasías que tienen son mucho más atemorizantes que la realidad. Por ello hablar del tema con naturalidad y tiempo les da tranquilidad y confianza en el vínculo con nosotros.

¿Cómo puedo ayudarlo a tener algún control del tiempo para que sepa cuantos días me voy?

Los niños pequeños no tienen clara la noción del tiempo. Para ayudarlos con ello podemos diseñar juntos un calendario simple marcando con dibujos el día de salida y de llegada y decirle a la persona que se queda cuidándolos que los ayude a marcar cada día que va a pasando, de esa manera ellos podrán contar cuantos días faltan para nuestra llegada.

¿Es cierto que los bebés y los niños pequeños no se dan cuenta de nuestra ausencia?

¡Es absolutamente falso! Los bebés y los niños mientras más pequeños son, más sensibles son también a las ausencias de sus padres. ¡Que no tengan las palabras para expresarlo es otra cosa!


Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

martes, 20 de diciembre de 2016

Quiero saberlo todo

El camino de la crianza de nuestros hijos está lleno de sorpresas, encuentros y alegrías, pero también de muchas dudas y preguntas.... Puede ser por momentos un camino placentero y relajado, pero también puede ser solitario y sobre exigido cuando intentamos saberlo todo, ser los padres perfectos y encontrar respuestas inmediatas a todas nuestras inquietudes.

Los padres no tenemos por qué saber todo, ni por qué conocer a nuestros hijos a la perfección (nadie conoce a otra persona al cien por ciento), cada niño es diferente y cada etapa del desarrollo también lo es. Sin embargo, a veces los adultos somos muy intolerantes a la duda porque ella nos genera angustia y quisiéramos tener respuestas inmediatas a todo lo que nos inquieta. Lo cierto es que los padres aprendemos a ser padres de la mano de nuestros hijos, crecemos con ellos y cada hijo nos enseña cosas distintas.

Los niños vienen al mundo con rasgos de personalidad, intensidades y ritmos que los hacen únicos. Conocerlos requiere de tiempo (mucho tiempo o quizá toda la vida), de estar receptivos y permeables a lo diferente, de tener capacidad para sorprendernos, de cometer errores y tratar de enmendarlos. 

Intentar "saberlo todo" deja muy poco espacio para mirar y aceptar a nuestro hijo tal cual es, sin etiquetas.... Nos volvemos rígidos e impermeables....

Si nos permitimos dudar y toleramos los sentimientos que el "no saber" trae consigo, se generará un espacio de apertura hacia lo más espontáneo e intuitivo, iremos poco a poco conociendo la originalidad de nuestros pequeños y encontrando respuestas. Este espacio es el silencio necesario para que surjan encuentros íntimos y creativos entre nosotros, y para que se construya la verdadera intimidad.


Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres

sábado, 10 de diciembre de 2016

La época del antipensamiento

Cuando vemos que nuestros hijos están teniendo dificultades en alguna área de su vida, vale la pena hacer una pausa para pensar la manera cómo nos estamos vinculando con ellos, ya que muchas veces somos los padres los del problema y no los niños. 

En la rapidez y la exigencia del día a día, muchas veces no nos tomamos el tiempo de hacerlo y buscamos soluciones rápidas y momentáneas porque pareciera que vivimos en la época "anti pensamiento". Buscamos eliminar o anestesiar lo que nos duele o nos perturba, evitamos mirarnos porque hacerlo implica asumir lados nuestros que no nos gustan, y hacernos responsables de ellos. Sin embargo, como el sol no se logra tapar con un dedo, tarde o temprano las dificultades de nuestros hijos se hacen evidentes, muchas veces en la adolescencia. 

Los niños no tienen nuestro lenguaje adulto para expresarnos lo que sienten o incluso, puede pasar, que nos sientan tan ocupados todo el tiempo que han entendido que no hay espacio para sus "quejas o malestares" y entonces los expresan de otras maneras: comiéndose las uñas, molestando a los compañeros, no prestando atención, moviéndose todo el tiempo, estando malhumorados, no obedeciendo.... 


Hagamos una pausa para escuchar y pensar a nuestros hijos, para pensarnos a nosotros mismos como personas y como padres. La sobre terapización y exceso de medicación en los niños es realmente preocupante y muchas veces los que necesitamos hacer terapia somos los padres....


Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta
Acunnare. Espacio para Padres