Ellos crecen
complaciendo a todos, siendo los niños perfectos, siempre
adaptados, sin quejas ni protestas. Pero.... ¿Acaso no es natural y
saludable que un niño proteste cuando se siente mal? ¿O
que exprese su desacuerdo cuando algo no le gusta? ¿Está mal que llore? Si siente
miedo o vergüenza frente a algo o alguien ¿por
qué tiene que inhibir estos sentimientos?
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Imagen de Campus México |
Estos niños luego crecerán
y se convertirán en adolescentes que aprendieron que la única
forma de ser queridos es complaciendo a los otros y renunciando a sus deseos,
sus afectos, sus anhelos, sus sueños, sus necesidades;
renunciando a sí mismos. Pero acaso ¿Esto no genera una gran
desorientación interna, angustia y vacío
en las relaciones?¿Es posible luego entablar relaciones sólidas
y consistentes de ésta manera?
El
peligro no es sólo este, el peligro más inmediato que nos prende la
luz de alerta a los padres, es que cuando nuestros niños lleguen a la adolescencia
se pongan en riesgo por no ser rechazados, por no decir que ¡NO!.
Que hayan aprendido que la rabia, la
tristeza y el miedo son emociones "negativas", y entonces
busquen adormecerlas o escapar de ellas para no sentirlas.
Los aprendizajes en la infancia se realizan
dentro del vínculo con un otro, en especial con los padres.
En ese sentido quizá lo mejor que les podemos ofrecer a nuestros
hijos es que ellos sepan que los queremos tal cual son y que sus afectos son
acogidos y reconocidos por nosotros sean estos los que sean. No hay
sentimientos "negativos", todos lo sentimiento son parte de la vida,
nos guste o no...
Y finalmente ¿es posible vivir con libertad
siendo siempre quienes los otros esperan que seamos? Difícilmente.....
Minosha Casabonne
Psicóloga y Psicoterapeuta
Miembro Fundador de Acunnare. Espacio para Padres
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