miércoles, 27 de noviembre de 2013

El proceso de socialización de los niños



Imagen de Soledad Hott 
En el exigente y acelerado mundo de hoy, los padres muchas veces nos vemos empujados a intentar acelerar procesos en nuestros hijos sin pensar que podríamos estarlos presionando a lograr objetivos para los cuales no están preparados cognitiva, neurológica ni emocionalmente.

El desarrollo del ser humano es un proceso con un ritmo particular de cada niño que debe  respetarse. Hay niños que logran cosas antes y otros las logran después. Esto no significa otra cosa más que cada uno tiene sus propios tiempos. Un niño no es más inteligente por aprender a hablar antes que otro ni es necesariamente más hábil porque camine antes.

La socialización es uno de esos procesos que al igual que el caminar y el habla, los padres muchas veces buscamos estimular y acelerar, pensando que el niño desde muy pequeño "necesita" estar con otros niños o adultos. Esta creencia frecuentemente nos puede empujar a llevarlos desde muy pequeños a centros, nidos y clases pensando que lo que necesitan es estar rodeados de otros niños para que por ej. aprenda a compartir.

La primera figura con la que el niño aprende a "socializar" es con su madre. Con ella establece, idealmente un vínculo de apego dentro del cual desde bebé se siente contenido, cuidado, seguro y satisfecho en sus necesidades tanto físicas como afectivas. Estas experiencias vinculares tempranas serán de vital importancia para su desarrollo emocional futuro y serán, en buena parte, la forma en que aprenda a relacionarse con los otros, consigo mismo y con la vida. Por ello es de suma importancia hacer una pausa para cuestionarnos la manera en que nos estamos vinculando con nuestros hijos, porque mientras ellos son pequeños es mucho lo que se puede hacer para ayudarlos a sentar las bases para un desarrollo saludable.

Imagen de Elbebe.com

A veces pensamos que nuestros hijos necesitan estar rodeados de muchos estímulos, personas y objetos cuando en realidad, a veces somos los adultos los que lo necesitamos y no el niño.  Debemos siempre tener cuidado de no confundir nuestras propias necesidades con las de un niño pequeño. Un niño pequeño lo que necesita es estar en un entorno conocido, con una persona claramente identificada por él como una figura de cuidado, con todas sus necesidades físicas y afectivas cubiertas. Necesita un lugar donde pueda moverse libremente y explorar el mundo a su ritmo y con algunos objetos interesantes para descubrir.

Hacia los 3 años de edad el niño ya está un poco más maduro e interesado en otros niños, lugares y juguetes novedosos. No obstante, empezar a frecuentar un entorno desconocido para él (como por ej. el nido o el colegio) con gente nueva, es una experiencia emocionante pero a la vez complicada en la cual necesitará de nuestro acompañamiento hasta que se sienta cómodo e identifique quiénes son sus nuevas figuras de cuidado en ese lugar. En este sentido, los maestros van a jugar un rol importantísimo acompañándolos y sosteniéndolos en estas experiencias nuevas donde no todos los niños serán necesariamente amables o simpáticos y el niño se dará cuenta de que ya no es el centro de atención como lo era antes en casa. Todas estas experiencias vividas en el momento adecuado y con adultos amorosos y cuidadosos son muy positivas para el desarrollo tanto emocional como cognitivo y físico.   

Cuando los niños son pequeños hasta más o menos los 2 años juegan solos, es lo que se conoce como "juego autista o egocéntrico". Alrededor de los dos a tres años el niño tiene el llamado "juego paralelo", es decir, juega acompañado de otro niño pero no juega realmente con él. Recién hacia los 4 años viene el llamado "juego colaborador" donde un niño tiene un intercambio sostenido en el juego con otro niño. Es importante poder acompañar a nuestros hijos en estas etapas del desarrollo y la mejor manera de hacerlo es respetándolas y confiando en su ciclo natural. Un niño para poder aprender a compartir necesita primero poseer, sentir que esto es "mío, mío". Para reconocer al otro necesita primero reconocerse, autoafirmarse y equiparse internamente a sí mismo.

Finalmente, los niños que han sido mirados, atendidos y cuidados amorosamente por sus padres cuando eran pequeños son niños que muy probablemente demandarán menos atención luego porque están equipados internamente de suficientes "sentimientos maternales" (L. Emanuel) que los ayudarán a resistir un poco más antes de seguir demandando. A esos niños también les será más fácil compartir con otros niños y ser gentiles con ellos porque habrán vivido esas experiencias dentro de un vínculo amoroso de confianza y seguridad con sus padres.


Minosha Casabonne
Psicóloga y Psicoterapeuta
Miembro Fundador de Acunnare. Espacio para Padres 



No hay comentarios:

Publicar un comentario