sábado, 9 de noviembre de 2013

El vínculo primario como estímulo del desarrollo infantil


Cuando un bebé nace, incluso desde el embarazo, los padres fantaseamos respecto al tipo de hijo que deseamos tener. Pensamos no solo en cómo se verá físicamente sino en qué habilidades deseamos que tenga. Si bien cada niño viene al mundo con cierta carga genética el medio en el que crezca influirá, para bien o para mal, en su desarrollo físico, cognitivo, social y emocional posteriores. Antes se pensaba que el niño era una suerte de página en blanco en la que los padres podíamos escribir la historia que quisiéramos. Que el niño no se daba cuenta de nada ni tenía voz ni voto. Nada más alejado de la verdad. Cada niño viene con sus propias características: uno será más intenso y extrovertido, otro será más calmado e introvertido, uno podría desarrollar mayor inclinación hacia lo artístico en tanto que otro podría preferir y ser más hábil en lo científico.

Imagen de Comolograrelembarazo.com
Actualmente vivimos una época en la que existe mucha competencia en diferentes aspectos. Respecto a los hijos se vive en términos de su desarrollo. No es infrecuente escuchar a mamás, nanas u otros cuidadores preguntándose en qué percentil está el bebé en cuanto a talla y peso. O si ya está gateando, o si ya duerme toda la noche, o si ya empezó a caminar, o si ya empezó a hablar…Las comparaciones son interminables y uno como padre puede sentirse muy presionado a acomodarse a estos supuestos “estándares” sociales. Llegamos a preocuparnos pensando que algo está mal si, por ejemplo, nuestro bebé ya tiene 7 meses y aun no gatea porque otro bebé que conocemos empezó a gatear a los 6 meses. Es así que podemos tener la duda de si estaremos haciendo las cosas bien o no, si el desarrollo de nuestro hijo va por buen camino o si es que no necesitará de alguna terapia o clase para “ponerse al día”.

La realidad es que cada niño es diferente con un ritmo distinto de crecimiento. Las escalas que sirven para medir el desarrollo de los niños son referenciales y, por ello, no pueden seguirse de manera rígida. Evidentemente sí hay casos en los que un niño podría tener dificultades en algún aspecto de su crecimiento por lo cual el pediatra podrá ser quien ayude a determinar si es momento de buscar ayuda.

El rol de los padres

En términos generales debemos saber que los niños tienen una tendencia natural hacia el crecimiento y, si confiamos en ellos, florecerán. Un bebé necesita tener un entorno que le permita sentir que el mundo es un lugar amistoso y confiable. Para ello requiere de la presencia sostenida y un vínculo de apego seguro con sus figuras principales (su mamá y su papá) quienes lo acompañarán en la aventura de descubrir el mundo. La mirada amorosa de la madre, el darle oportunidades sencillas para ir explorando poco a poco y con cierta libertad los objetos y las personas; descubriendo sus propias habilidades serán los mejores estímulos para alcanzar un desarrollo saludable.

A veces los adultos pensamos que tenemos que ofrecer a nuestros hijos muchos juguetes diferentes, objetos y experiencias para que aprendan más y mejor. Lo cierto es que necesitan que estemos con ellos, que les hablemos, que juguemos a lo que ellos quieren, que los dejemos explorar y conocer a su propio ritmo. Se han puesto a pensar que un niño puede observar un objeto día tras día y cada vez descubrirá algo nuevo? Cuando un niño abre un regalo nos preocupamos más de que terminen de desenvolverlo (incluso nos impacientamos y lo desenvolvemos nosotros) y el niño está fascinado mirando el papel de regalo, el lazo, escuchando el sonido del papel al rasgarse, buscando otras formas de sacar ese pedazo que está más pegado? Los adultos nos centramos en la meta y los niños viven el proceso…disfrutan y aprenden con el proceso.

Imagen de todojuguete.com

Estimular el crecimiento de nuestros hijos pasa por respetarlos como personas con derecho propio, es decir, reconocer que son diferentes de nosotros con sus gustos y disgustos, ritmos y formas particulares de hacer las cosas. Cada momento que compartimos es una oportunidad para fortalecer nuestro vínculo con ellos y esto es parte del estimulo que necesitan para crecer y desarrollarse. Necesitan que los miremos, que les hablemos, que no los inundemos de juguetes y actividades, que no hagamos todo por ellos para poder sorprendernos (al igual que ellos) con sus progresos, que no todo lo hagamos mecánicamente como una obligación solamente sino como una oportunidad para conocerse y descubrirse. Recordemos que sí se dan cuenta de todo aunque no necesariamente entiendan.

Existen estimulaciones tempranas con diferentes objetivos. Se trata de una decisión personal el llevar a nuestro hijo a un centro que ofrezca este servicio. En algunos casos, la motivación puede ser el encontrar un espacio para estar con nuestro bebé, para descubrir nuevas formas de estar con él; también puede servir para conectarse con otras mamás y papás y así poder compartir experiencias con ellos. Pero más allá de las razones que lleven a que busquemos una estimulación temprana externa lo importante es  que se respete al niño, sus necesidades, sus tiempos y que no sea un espacio donde se le fuerce a alcanzar metas para las que no esté madurativa o emocionalmente preparado. Antes no siempre es mejor.

Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica y Master en Trabajo Clínico y Salud Mental 
Acunnare Espacio para Padres 

Artículo publicado en Revista Mundo Celeste – Edición 58 Año 10, Junio 2013

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