Cuando un bebé nace, incluso desde el embarazo, los
padres fantaseamos respecto al tipo de hijo que deseamos tener. Pensamos no
solo en cómo se verá físicamente sino en qué habilidades deseamos que tenga. Si
bien cada niño viene al mundo con cierta carga genética el medio en el que
crezca influirá, para bien o para mal, en su desarrollo físico, cognitivo, social
y emocional posteriores. Antes se pensaba que el niño era una suerte de página
en blanco en la que los padres podíamos escribir la historia que quisiéramos. Que
el niño no se daba cuenta de nada ni tenía voz ni voto. Nada más alejado de la
verdad. Cada niño viene con sus propias características: uno será más intenso y
extrovertido, otro será más calmado e introvertido, uno podría desarrollar
mayor inclinación hacia lo artístico en tanto que otro podría preferir y ser
más hábil en lo científico.
![]() |
Imagen de Comolograrelembarazo.com |
La realidad es que cada niño es diferente con un
ritmo distinto de crecimiento. Las escalas que sirven para medir el desarrollo
de los niños son referenciales y, por ello, no pueden seguirse de manera
rígida. Evidentemente sí hay casos en los que un niño podría tener dificultades
en algún aspecto de su crecimiento por lo cual el pediatra podrá ser quien
ayude a determinar si es momento de buscar ayuda.
El rol de los padres
En términos generales debemos saber que los niños
tienen una tendencia natural hacia el crecimiento y, si confiamos en ellos,
florecerán. Un bebé necesita tener un entorno que le permita sentir que el
mundo es un lugar amistoso y confiable. Para ello requiere de la presencia
sostenida y un vínculo de apego seguro con sus figuras principales (su mamá y
su papá) quienes lo acompañarán en la aventura de descubrir el mundo. La mirada
amorosa de la madre, el darle oportunidades sencillas para ir explorando poco a
poco y con cierta libertad los objetos y las personas; descubriendo sus propias
habilidades serán los mejores estímulos para alcanzar un desarrollo saludable.
A veces los adultos pensamos que tenemos que ofrecer
a nuestros hijos muchos juguetes diferentes, objetos y experiencias para que
aprendan más y mejor. Lo cierto es que necesitan que estemos con ellos, que les
hablemos, que juguemos a lo que ellos quieren, que los dejemos explorar y
conocer a su propio ritmo. Se han puesto a pensar que un niño puede observar un
objeto día tras día y cada vez descubrirá algo nuevo? Cuando un niño abre un
regalo nos preocupamos más de que terminen de desenvolverlo (incluso nos
impacientamos y lo desenvolvemos nosotros) y el niño está fascinado mirando el
papel de regalo, el lazo, escuchando el sonido del papel al rasgarse, buscando
otras formas de sacar ese pedazo que está más pegado? Los adultos nos centramos
en la meta y los niños viven el proceso…disfrutan y aprenden con el proceso.
![]() |
Imagen de todojuguete.com |
Estimular el crecimiento de nuestros hijos pasa por respetarlos como personas con derecho propio, es decir, reconocer que son diferentes de nosotros con sus gustos y disgustos, ritmos y formas particulares de hacer las cosas. Cada momento que compartimos es una oportunidad para fortalecer nuestro vínculo con ellos y esto es parte del estimulo que necesitan para crecer y desarrollarse. Necesitan que los miremos, que les hablemos, que no los inundemos de juguetes y actividades, que no hagamos todo por ellos para poder sorprendernos (al igual que ellos) con sus progresos, que no todo lo hagamos mecánicamente como una obligación solamente sino como una oportunidad para conocerse y descubrirse. Recordemos que sí se dan cuenta de todo aunque no necesariamente entiendan.
Existen estimulaciones tempranas con diferentes
objetivos. Se trata de una decisión personal el llevar a nuestro hijo a un
centro que ofrezca este servicio. En algunos casos, la motivación puede ser el
encontrar un espacio para estar con nuestro bebé, para descubrir nuevas formas
de estar con él; también puede servir para conectarse con otras mamás y papás y
así poder compartir experiencias con ellos. Pero más allá de las razones que
lleven a que busquemos una estimulación temprana externa lo importante es que se respete al niño, sus necesidades, sus
tiempos y que no sea un espacio donde se le fuerce a alcanzar metas para las
que no esté madurativa o emocionalmente preparado. Antes no siempre es mejor.
Marian
Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica y Master en Trabajo Clínico y Salud Mental
Psicóloga Clínica y Master en Trabajo Clínico y Salud Mental
Acunnare Espacio para Padres
Artículo publicado en Revista Mundo Celeste – Edición
58 Año 10, Junio 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario