La maternidad hace que
afloren muchas ideas y sentimientos. Se puede pensar en diferentes aspectos que
cambian en la vida de una mujer una vez que sale embarazada. Cambia el cuerpo,
cambia la mente, cambian las relaciones, cambian los roles. Son muchos cambios
y esto significa que una sienta que pierde su equilibrio por momentos, que se
cuestione si podrá hacer las cosas lo suficientemente bien para que el bebé se
desarrolle lo mejor posible. En este contexto surgen muchas preguntas: ¿qué
pasará con mi cuerpo? ¿Qué pasará con mi relación de pareja? ¿Qué pasará con mi
trabajo? ¿Qué tipo de madre seré? ¿Cómo será este bebé? Y mientras nos hacemos
todas estas preguntas nos damos cuenta de que empezamos a tener más curiosidad
por los bebés de otras personas, y por la experiencia de otras mamás en este
mundo que parece desconocido y misterioso.
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En algunos casos queremos
buscar toda la información disponible acerca del tema lo cual nos podría dejar
con la sensación de que hay mucho que saber, aprender…mucha teoría que no
estamos seguras si sabremos cómo aplicar. Incluso nos podríamos sentir
confundidas por la gran diversidad de información, además de los consejos y
tips que nos ofrecen constantemente familiares, amigos y hasta desconocidos. En
otros casos decidimos guiarnos por la educación que recibimos de nuestros
padres y cuidadores ya que, finalmente, “tan mal no salimos”, como dirían
algunos. Hay quienes opinan que lo mejor es probar hacer las cosas de una
manera diferente a cómo fue con ellos mismos. Incluso si ya tenemos un hijo y
sentimos que contamos con experiencia previa nos encontramos preguntándonos
cómo haremos para organizarnos con más de un niño o si nos funcionará lo que
hacíamos con el primer bebé. En otras palabras, un embarazo hace que se
remuevan muchas cosas en nosotros. Todo esto supone una adaptación física y
emocional.
Paso
a paso
Los primeros meses de
embarazo son, para algunas mujeres, difíciles por el malestar que traen los
cambios hormonales. Esta incomodidad y el hecho de que aún no se note a
nuestros ojos que hay un bebé en desarrollo hacen que tengamos muchos
sentimientos encontrados. Esto es perfectamente normal. El segundo trimestre
suele ser el momento en que una se siente mejor porque el malestar disminuye o
desaparece, y además, ya hay una evidencia física del embarazo (la barriga empieza
a notarse y se sienten las primeras pataditas) así que ya se experimenta como
algo real. Hacia el último trimestre, la incomodidad se hace mayor y a esto se
suma la emoción y los miedos respecto al nacimiento del bebé y lo que vendrá
después.
Cuando nos encontramos con
situaciones que implican cambios importantes y en las que experimentamos
emociones tan variadas (miedo, ansiedad, alegría, vulnerabilidad, ilusión),
muchas veces, sentimos que necesitamos depender un poco más o tener el apoyo de
alguien. El hecho de convertirse en mamá hace que una mujer sienta mayor
curiosidad e interés por su propia madre. Es así que puede buscar pasar más
tiempo con ella para que la ayude con los preparativos, para que le hable de
cómo fue cuando ella era chica, para que le cuente sobre su propia experiencia.
Se puede acudir, también, a las amigas que son mamás por tener una vivencia más
cercana en el tiempo. Tener a otras mujeres que son mamás puede ser de gran
ayuda para compartir cómo nos sentimos, nuestras dudas e inquietudes, pero
también nuestra emoción. Saber que otras personas se han sentido igual que
nosotras en algún momento nos permite tranquilizarnos y no pensar que somos una
suerte de bicho raro.
La
importancia del padre durante el embarazo
En todo este proceso la
figura del padre resulta muy importante. Para los hombres el embarazo de su
pareja también significa cuestionarse y preguntarse muchas cosas: ¿qué tipo de
padre seré? ¿Qué pasará con mi relación de pareja? ¿Seré un buen proveedor?
Ellos también sufren cambios en su identidad y deben vivir su propia adaptación
para asumir su nuevo rol paterno. Puesto que el embarazo es algo que la mujer
vive físicamente está íntimamente involucrada, en tanto que el hombre es un
observador del proceso. Por ello resulta necesario que la pareja pueda encontrar
momentos para hablar sobre cómo se siente cada uno respecto de la llegada del
bebé, sobre sus miedos e inseguridades, sobre los diferentes estilos que pueden
tener para hacer las cosas ya que cada uno tiene sus propias ideas, su propia
historia y ha sido criado de manera distinta.
Una forma de involucrar al
hombre en el embarazo es que vaya a los controles médicos, particularmente,
cuando habrá una ecografía ya que así puede escuchar los latidos, y ver a su
bebé en formación. A medida que la barriga de su pareja va creciendo, puede
sentir las pataditas. Hay hombres que se identifican tanto con sus parejas que
incluso pueden llegar a sentir náuseas, querer ser mimados con antojitos o
cuidados especiales. Estas son formas que les permiten tener una vivencia más
cercana del proceso.
Luego del nacimiento, la
madre necesitará ayuda para poder dedicarse con tranquilidad a su bebé. En este
sentido será importante que permita la participación del padre en algunos
cuidados del bebé ya que, de lo contrario, éste puede sentirse dejado de lado.
Muchas veces la nueva mamá piensa que el papá no está haciendo las cosas
suficientemente bien y, sin darse cuenta,
hace que éste pierda la iniciativa de ayudar. La realidad es que el papá
se siente, probablemente, tan inseguro como ella. Lo que debemos saber es que
los hombres tienen su propia forma de hacer las cosas que, en muchos casos, no
es ni buena ni mala, solo diferente. Si los criticamos constantemente en sus
esfuerzos por ayudar se alejarán poco a poco al sentir que no hay nada que
puedan hacer bien y que es mejor que nosotras nos ocupemos. Ello luego nos
dejará más solas y cargadas de trabajo.
Marian
Alvarez-Calderón
Psicóloga
Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro
fundador de Acunnare Espacio para Padres
Artículo publicado en revista
Mundo Celeste, Edición 59, Agosto 2013
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