domingo, 26 de enero de 2014

“Había una vez…” Acerca de los cuentos para niños


A lo largo de su desarrollo, los niños se sirven de diferentes formas para ir elaborando una serie de sentimientos (miedo, rabia, angustia, ansiedad), así como impulsos o preocupaciones. El juego es, por excelencia, la manera principal en que se entretienen, aprenden del mundo y de sí mismos. Por otro lado, los cuentos de hadas e historias de diferentes tipos son otras fuentes de aprendizaje, elaboración y disfrute. Tanto en el juego como en los cuentos que leen o que les cuentan, los niños entran en un mundo de fantasía en donde hay diferentes personajes con características variadas e historias que pueden cambiar en cuanto a la trama y el final. Y en ambos casos el niño tiene la posibilidad de ir elaborando frustraciones que también existen en su vida cotidiana, dentro de un contexto en el que puede controlar lo que pasa, decidir si quiere retroceder un poco, empezar de nuevo, saltarse una parte, o bien, escoger cuándo parar.

Imagen de Abc 
Para los padres, leerles o contarles un cuento a sus hijos puede ser, también, un momento de encuentro e intercambio, de relajarse juntos, y formar parte de la rutina previa a la hora de dormir, es decir, de entrar al mundo de los sueños y la fantasía. Francois Vallaeys, un conocido cuentacuentos, comentó que “los cuentos no están hechos para dormir a los niños, sino para despertar a los adultos”. En este sentido, se puede decir que el tipo de historia que nos pide o escoge el niño nos puede dar una indicación de qué clase de angustias o preocupaciones está buscando entender y calmar. Por ello es importante, también, estar atentos a que los cuentos que ofrezcamos sean apropiados para su edad, momento de desarrollo, capacidad de comprensión...y que a ellos les provoque escucharlos! Hay cuentos que los niños quieren escuchar una y otra (y otra y otra) vez, en tanto que hay otros que no quieren ni siquiera terminar de leer. Todo esto tiene que ver con qué tanto el cuento excita su curiosidad, es parte de algo que está necesitando elaborar (y por ello necesita de la repetición), o bien que le asusta o angustia mucho.

Actualmente, encontramos no solo los cuentos de hadas que suceden en lugares remotos y épocas lejanas, y que enseñan poco sobre las condiciones específicas de la vida moderna (tal es el caso de la Caperucita Roja, Los tres chanchitos, La Cenicienta, entre otros). Encontramos, también, libros e historias que han sido elaboradas pensando en temas específicos (por ejemplo, la llegada de un hermano, dejar el pañal, ir al médico, mamá vuelve al trabajo, etc.). En el caso de los cuentos clásicos no fueron creados pensando en un público infantil por tener raíces populares. Sin embargo, las adaptaciones los han hecho cada vez más accesibles a los niños. Sus temáticas son universales lo cual ha permitido que perduren en el tiempo. Así grafican, por ejemplo, el miedo a ser devorado, a perderse, a que mueran los padres, o el deseo de ser fuerte y poderoso. De otra parte, los cuentos actuales han sido pensados específicamente para niños apuntando, en muchos casos, a una finalidad concreta y determinada por lo cual existiría el riesgo de que luego de un tiempo ya no se adecúen al contexto cultural, social o emocional del público infantil.
Una ventaja de los cuentos clásicos es que, al ser de épocas pasadas y tierras lejanas, permiten que se vayan descubriendo e interpretando los símbolos dentro de los personajes y otros elementos de las historias; y ofrecen la esperanza de un final feliz. A través de los personajes los niños van descubriendo por sí mismos aspectos tales como la justicia, la fidelidad, el amor o la valentía. Algunos de los cuentos actuales muestran personajes más realistas que plantean situaciones concretas que el niño podría reconocer con mucha facilidad. Esto estimularía un poco menos la fantasía del niño ya que el paralelo con la realidad es muy directo. Por ello también es recomendable que los adultos no expliquen de qué se trata el cuento sino que dejen que sea el niño quien pueda encontrar sus propios significados.

Imagen de Biblioteca Recreativa Fagro 


En términos generales, lo importante de muchos cuentos es que los niños encuentren situaciones en las que se puedan reflejar y pensar “eso también me pasa a mí”, o encontrar personajes con los que se puedan identificar. En los cuentos de hadas suele haber los muy buenos o los muy malos pero el bien siempre triunfa, el malo es “castigado” o recapacita y se vuelve bueno. Ello grafica la coexistencia de dos lados en cada uno de nosotros. Hay situaciones en las que se enfrentan retos por lo cual el mensaje es que la lucha contra las dificultades de la vida es inevitable pero si uno no huye sino que se enfrenta a ellas se puede llegar a tener éxito o ser feliz.

La presencia de hadas que ayudan a los personajes, o que estos logran salvarse le da la tranquilidad al niño de que sus papás/hadas siempre lo protegerán de cualquier mal. Los cuentos con brujas, ogros o monstruos materializan miedos, agresión o angustias de una forma que asusta menos y permite que a partir de los personajes el niño pueda sentir que no hace daño ni destruye con tales sentimientos o impulsos.

Algunas temáticas habituales en los cuentos son perderse y encontrar el camino de regreso, tener voluntad y constancia, decir la verdad, explicar lo que se siente, resolver problemas, superar retos, ser valiente a pesar del miedo, lidiar con la frustración, aprender nuevas habilidades, entre otras. 

Imagen de Biblioteca Recreativa Fagro 
Los cuentos permiten que los niños compartan tiempo en compañía de sus padres o cuidadores principales con lo cual pueden conversar sobre lo que les gusta, disgusta o sus preocupaciones; desarrollan el gusto por la lectura. Escuchar las historias les estimula la fantasía y la imaginación, ayuda a desarrollar su intelecto, aprender nuevas palabras, reconocer y aprender a nombrar sus emociones, elaborar ansiedades, temores, angustias y deseos, reconocer dificultades al mismo tiempo que se sugieren soluciones o plantean herramientas para los problemas. No es solo un aprendizaje a nivel cognitivo, el niño también aprende sobre sus propios conflictos internos, cómo entender y lidiar con las frustraciones de su vida, sobre la relación con los otros… En otras palabras, se trata de una experiencia en la que se aprende muchísimo en distintos niveles.

Bruno Bettelheim, psicoanalista que examina algunos de los cuentos de hadas más conocidos, resume las funciones más importantes de estos, “A medida que entretiene al niño, el cuento de hadas esclarece aspectos de sí mismo y promueve el desarrollo de su personalidad. Ofrece significado en tantos niveles, y enriquece la existencia del niño de tantas formas, que ningún libro por sí solo puede hacer justicia a la multitud y diversidad de contribuciones que tales historias hacen en la vida de un niño”.
¡¡Y colorín colorado este cuento se ha acabado!!

Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica - Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

Artículo publicado en la revista Dientes de Leche, Edición 3 (2013)

viernes, 24 de enero de 2014

El embarazo: tiempo de adaptación física y emocional


La maternidad hace que afloren muchas ideas y sentimientos. Se puede pensar en diferentes aspectos que cambian en la vida de una mujer una vez que sale embarazada. Cambia el cuerpo, cambia la mente, cambian las relaciones, cambian los roles. Son muchos cambios y esto significa que una sienta que pierde su equilibrio por momentos, que se cuestione si podrá hacer las cosas lo suficientemente bien para que el bebé se desarrolle lo mejor posible. En este contexto surgen muchas preguntas: ¿qué pasará con mi cuerpo? ¿Qué pasará con mi relación de pareja? ¿Qué pasará con mi trabajo? ¿Qué tipo de madre seré? ¿Cómo será este bebé? Y mientras nos hacemos todas estas preguntas nos damos cuenta de que empezamos a tener más curiosidad por los bebés de otras personas, y por la experiencia de otras mamás en este mundo que parece desconocido y misterioso.

Imagen de Nosotros.com
En algunos casos queremos buscar toda la información disponible acerca del tema lo cual nos podría dejar con la sensación de que hay mucho que saber, aprender…mucha teoría que no estamos seguras si sabremos cómo aplicar. Incluso nos podríamos sentir confundidas por la gran diversidad de información, además de los consejos y tips que nos ofrecen constantemente familiares, amigos y hasta desconocidos. En otros casos decidimos guiarnos por la educación que recibimos de nuestros padres y cuidadores ya que, finalmente, “tan mal no salimos”, como dirían algunos. Hay quienes opinan que lo mejor es probar hacer las cosas de una manera diferente a cómo fue con ellos mismos. Incluso si ya tenemos un hijo y sentimos que contamos con experiencia previa nos encontramos preguntándonos cómo haremos para organizarnos con más de un niño o si nos funcionará lo que hacíamos con el primer bebé. En otras palabras, un embarazo hace que se remuevan muchas cosas en nosotros. Todo esto supone una adaptación física y emocional.

Paso a paso

Los primeros meses de embarazo son, para algunas mujeres, difíciles por el malestar que traen los cambios hormonales. Esta incomodidad y el hecho de que aún no se note a nuestros ojos que hay un bebé en desarrollo hacen que tengamos muchos sentimientos encontrados. Esto es perfectamente normal. El segundo trimestre suele ser el momento en que una se siente mejor porque el malestar disminuye o desaparece, y además, ya hay una evidencia física del embarazo (la barriga empieza a notarse y se sienten las primeras pataditas) así que ya se experimenta como algo real. Hacia el último trimestre, la incomodidad se hace mayor y a esto se suma la emoción y los miedos respecto al nacimiento del bebé y lo que vendrá después.

Cuando nos encontramos con situaciones que implican cambios importantes y en las que experimentamos emociones tan variadas (miedo, ansiedad, alegría, vulnerabilidad, ilusión), muchas veces, sentimos que necesitamos depender un poco más o tener el apoyo de alguien. El hecho de convertirse en mamá hace que una mujer sienta mayor curiosidad e interés por su propia madre. Es así que puede buscar pasar más tiempo con ella para que la ayude con los preparativos, para que le hable de cómo fue cuando ella era chica, para que le cuente sobre su propia experiencia. Se puede acudir, también, a las amigas que son mamás por tener una vivencia más cercana en el tiempo. Tener a otras mujeres que son mamás puede ser de gran ayuda para compartir cómo nos sentimos, nuestras dudas e inquietudes, pero también nuestra emoción. Saber que otras personas se han sentido igual que nosotras en algún momento nos permite tranquilizarnos y no pensar que somos una suerte de bicho raro.


La importancia del padre durante el embarazo

En todo este proceso la figura del padre resulta muy importante. Para los hombres el embarazo de su pareja también significa cuestionarse y preguntarse muchas cosas: ¿qué tipo de padre seré? ¿Qué pasará con mi relación de pareja? ¿Seré un buen proveedor? Ellos también sufren cambios en su identidad y deben vivir su propia adaptación para asumir su nuevo rol paterno. Puesto que el embarazo es algo que la mujer vive físicamente está íntimamente involucrada, en tanto que el hombre es un observador del proceso. Por ello resulta necesario que la pareja pueda encontrar momentos para hablar sobre cómo se siente cada uno respecto de la llegada del bebé, sobre sus miedos e inseguridades, sobre los diferentes estilos que pueden tener para hacer las cosas ya que cada uno tiene sus propias ideas, su propia historia y ha sido criado de manera distinta.

Una forma de involucrar al hombre en el embarazo es que vaya a los controles médicos, particularmente, cuando habrá una ecografía ya que así puede escuchar los latidos, y ver a su bebé en formación. A medida que la barriga de su pareja va creciendo, puede sentir las pataditas. Hay hombres que se identifican tanto con sus parejas que incluso pueden llegar a sentir náuseas, querer ser mimados con antojitos o cuidados especiales. Estas son formas que les permiten tener una vivencia más cercana del proceso.  

Luego del nacimiento, la madre necesitará ayuda para poder dedicarse con tranquilidad a su bebé. En este sentido será importante que permita la participación del padre en algunos cuidados del bebé ya que, de lo contrario, éste puede sentirse dejado de lado. Muchas veces la nueva mamá piensa que el papá no está haciendo las cosas suficientemente bien y, sin darse cuenta,  hace que éste pierda la iniciativa de ayudar. La realidad es que el papá se siente, probablemente, tan inseguro como ella. Lo que debemos saber es que los hombres tienen su propia forma de hacer las cosas que, en muchos casos, no es ni buena ni mala, solo diferente. Si los criticamos constantemente en sus esfuerzos por ayudar se alejarán poco a poco al sentir que no hay nada que puedan hacer bien y que es mejor que nosotras nos ocupemos. Ello luego nos dejará más solas y cargadas de trabajo.

Imagen de GuiaInfantil.com
 El tiempo que dura el embarazo no solo es el momento en el que el bebé se va formando, también es el tiempo en el que los futuros padres van gestando en sus mentes su nuevo rol. Todo esto implica que sientan muchas cosas y que necesiten compartir lo que van pensando y sintiendo tal que se acompañen y dependan el uno del otro en este proceso. Los cambios pueden ser momentos en que perdemos el equilibrio y ello nos hace sentir inseguros, pero también pueden ser oportunidades de crecimiento y disfrute, de darnos cuenta de que podemos hacer más de lo que pensamos. En estas situaciones el apoyo de alguien que nos escuche, que nos diga que lo que sentimos es normal y pasará, que nos ofrezca (sin imponer) cierta información que pueda servirnos, que nos engría un poco, o que nos ayude con tareas específicas pueden ser suficientes para calmar nuestra ansiedad, para así permitir que nos relajemos y disfrutemos.    



Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

Artículo publicado en revista Mundo Celeste, Edición 59, Agosto 2013





   

miércoles, 22 de enero de 2014

¿Cómo influyen los padres en el autoestima de sus hijos?


Criar hijos es una labor maravillosa, enriquecedora, sorprendente pero, por momentos, también es muy difícil, frustrante y agotadora. Si bien se suele decir que los hijos deberían venir con un manual de instrucciones, la realidad es que felizmente no lo hacen porque no hay una única receta que sirva para todos. Cada niño es único así como cada padre y madre son únicos y diferentes. Información sobre cómo educar a los hijos hay mucha y diversa. De hecho, hay para todos los gustos pero a veces puede llegar a ser confuso saber qué hacer ante una situación determinada, y qué elegir de toda la variedad de libros, webs que existen o consejos y recomendaciones que se reciben. Lo que sí es claro es que las experiencias que vivan los hijos con sus padres influirán en la forma en que se relacionen con ellos mismos, con las personas y con la vida. Por ello es muy importante pensar bien en lo que hacemos y por qué lo hacemos. No se trata de ser los padres perfectos. Se trata de ser humanos que hacen lo mejor posible, que dudan y se pueden equivocar, pero que también aciertan y se felicitan por ello. Lo más importante es involucrarse, estar con los hijos. Estar supone vincularse con ellos, jugar con ellos un rato y dejarse llevar por lo que ellos proponen; respetarlos como seres diferentes de nosotros, con ritmos y procesos particulares.

Imagen de Revista Carrusel
Un tema del que se habla mucho y que puede preocupar a los padres es el autoestima. Se suele decir que se espera que los hijos crezcan con una “buena” autoestima para que puedan ser felices, exitosos. Pero ¿qué es el autoestima? Es la percepción evaluativa de uno mismo. Incluye sentimientos, pensamientos y evaluaciones respecto de nuestra manera de ser y de comportarnos. Si bien todos nacemos con un temperamento predeterminado, a lo largo de nuestro desarrollo las experiencias y percepciones que tenemos pueden influir en nuestra autoestima, para bien o para mal, haciendo que cambie o se reajuste.

En términos generales, un niño con un autoestima sana tendrá mayor capacidad para manejar los conflictos y dificultades que se le presenten, será más realista y optimista respecto a lo que puede o no hacer, y podrá disfrutar más de lo que hace. Por otra parte, un niño con un autoestima baja puede mostrarse más pasivo, sentir ansiedad y frustración ante los retos pensando que no va a poder o que no es suficientemente bueno. Ello lo llevaría a depender más del resto.

Imagen de Revista Carrusel 
Se puede pensar que el autoestima tiene que ver con decirle al hijo lo bien que hace las cosas o lo atractivo que es. La seguridad y la confianza en uno mismo se van desarrollando no solo por los comentarios positivos sino por la vivencia de ser querido, cuidado, acompañado y acogido. Un niño que puede expresar lo que siente y que es atendido y escuchado probablemente será más asertivo a medida que crezca. Un niño que puede explorar dentro de un entorno seguro podrá ser curioso y aprender acerca de sus habilidades y capacidades si sabe que hay alguien que lo cuida pero que no estará todo el tiempo diciéndole “te vas a caer” o “te vas a golpear”. Un niño que juega solo en algunos momentos podrá desarrollar su creatividad y usar su imaginación.

Los padres y cuidadores debemos saber que la forma en que nos vinculamos con nuestros niños, cómo les hablamos, cómo acogemos sus protestas o cómo les ponemos los límites sientan las bases de cómo lo harán ellos luego. Hay cosas que no se pueden enseñar, hay cosas que se aprenden a través de la experiencia. La forma en que los niños se lanzan al mundo tiene que ver con cómo sus padres se lo mostraron y lo vivieron con ellos. Recordemos algo, “la niñez no es el momento en que nos preparamos para vivir, la niñez es parte de la vida” (Professor T. Ripaldi).

Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

Artículo publicado en la Revista Dientes de Leche Edición 2 (2013) pp.29

lunes, 20 de enero de 2014

¿Chupón o dedo? Aprendiendo a calmarse


Un bebé llora. La madre no sabe aún qué puede ser. Alguien se le acerca y dice, “Pobrecito, debe tener hambre” o “Tiene sueño” o “Son los dientes” o… La madre, primeriza quizás, se inquieta ante este comentario y se apresura en cargar a su bebé, le da el pecho o biberón, le revisa el pañal, pero no logra que se calme del todo. Saca un chupón y se pregunta si se lo debería dar. ¿Resulta familiar esta escena?

Imagen de The telegraph
Para muchas personas el llanto de un bebe genera diferentes sentimientos tales como angustia o pena, lo cual llevaría a buscar calmarlo lo antes posible. Sin embargo, el llanto puede comunicar diferentes cosas y somos los padres o cuidadores los encargados de decodificarlo y ponerle palabras. Para ello es necesario tolerar el llanto y observar al bebe tal que podamos descubrir si necesita descargar tensión, o bien si es hambre, sueño, pañal sucio, dolor, etc.


¿Cómo se calman los bebés? La succión es algo instintivo que suele calmarlos. Hay muchos bebes que descubren naturalmente que al chuparse el pulgar se tranquilizan. La ventaja de chuparse el dedo es que el niño es quien lo descubre, decide cuándo lo chupa y cuándo no; además no es algo que se le pueda caer o perder.

El chupón, por su parte, es un objeto que los adultos le dan y le pueden quitar al bebé. La desventaja del chupón es que se puede perder, y que al crearle el hábito al niño podría ser difícil hacer que lo deje de usar o necesitar. Por eso, una pregunta a plantearse respecto del chupón es ¿quién lo necesita, el bebé o el adulto? Puede ser una forma de callar un llanto sin darse la oportunidad de entender qué pasa con el niño y le podría quitar a éste la posibilidad de encontrar su propia forma de calmarse que no solo sea metiéndose algo a la boca. Todo dependerá del uso que se le dé.  

Imagen de Padresehijos

Hay niños que dejan solos tanto el chupón como el dedo. Hay otros que los necesitan en momentos de angustia, o para determinadas situaciones como al irse a dormir. Escuchemos y confiemos en que nuestro bebe nos hará saber qué es lo que necesita.       


Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica - Master en Trabajo Clínico y Salud Mental 
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

Artículo publicado en el portal Padres del Hoy el 2 de enero de 2014