martes, 22 de julio de 2014

¿Quién eres? ¿Cómo eres?

Hay niños inquietos, niños coquetos, otros más serios. Hay niños impulsivos, otros más contenidos. Hay niños intolerantes, hay niños más intensos y los hay también más calmados. Hay niños sociables, otros lo son menos. Hay niños aventureros, otros que prefieren lo conocido, hay niños ocurrentes, otros que son más serios...

La crianza de los hijos nos enfrenta a grandes complejidades pero quizá la mayor de ellas sea la de respetar su individualidad y ritmos propios, sin imponerles todo el tiempo nuestras expectativas, gustos y deseos. Vivimos en una sociedad a la que le cuesta respetar y tolerar la diferencia, donde muchas veces se estandariza la infancia y a los niños, buscando que todos hagan lo mismo, al mismo ritmo, de la misma forma. Se  está pasando por alto lo más innato y genuino del ser humano: su propia individualidad.

Imagen de grupodiezeaexpresionplasticayvisual.blogspot.com/
Los niños no son un pedazo de plastilina que los adultos moldeamos, como se pensaba antes. Quizá si nos planteamos la crianza como el reto de acompañar a nuestros hijos sin tanta exigencia de que sean como nosotros deseamos que sean, será más fácil disfrutar y enriquecernos de los momentos juntos, y de recorrer con libertad este camino de crecer como padres, como hijos, como seres humanos...

Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta

Miembro fundador de Acunnare. Espacio para Padres

lunes, 14 de julio de 2014

Cuando se pierde la cabeza

Imagen de www.permisodepaternidad.com
Para los adultos, algunas veces nos puede ser muy difícil tolerar el llanto de nuestros hijos, sobre todo cuando lloran en público. Entonces, inmediatamente empleamos variadas "estrategias" para calmarlos, muchas veces sin éxito, exacerbando el llanto del niño y la desesperación de los padres. Lo cierto es que para poder ayudarlos a calmarse primero tenemos que tratar de no perder la cabeza nosotros y para ello necesitamos irnos a un lugar calmado, alejado de la mirada de la gente que muchas veces pude resultar muy angustiosa cuando nuestro hijo está en plena pataleta. Para ello, buscar un espacio donde podamos estar a solas con nuestro pequeño es lo que más nos va a ayudar a él y a nosotros a recuperar la calma. 

Luego, pensemos ¿qué es lo que cotidianamente lo ayuda a tranquilizarse?, algunos niños necesitan que se les expliquen las cosas de manera breve y pausada para digerir la frustración, a otros les basta con que se les reconozca lo que están sintiendo y más bien las palabras los irritan más, otros necesitan un rato de descarga y una compañía tranquila y respetuosa hasta que logran calmarse, otros están en un momento de su vida en que lo que necesitan es un abrazo. Por lo general, la firmeza con cariño les viene muy bien casi siempre...


Cada padre, conoce a sus hijos y el momento de su vida y desarrollo en el que están, intentemos no perder la cabeza cuando nuestros pequeños la pierden y busquemos siempre esos espacios de calma que nos contienen a nosotros y a ellos.

Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta
Miembro Fundador de Acunnare. Espacio para Padres

jueves, 10 de julio de 2014

Poner límites…"¡¡a la primera y no a la tercera!!"


A lo largo de su desarrollo, los niños van aprendiendo acerca de la frustración y los límites, a través de las experiencias que viven y en el vínculo con sus padres. No se trata de un proceso fácil ni que se aprende a la primera. Por ello, necesitan que sus padres tengan mucha paciencia y que no piensen que están manipulando o que son unos malcriados. Los niños, al probar los límites o portarse “mal” están comunicando algo. La forma en que los adultos que los cuidan reaccionan frente a esto influye de manera importante en qué harán o sentirán ellos luego. Si los padres pierden la calma y gritan será más difícil que sus hijos puedan entenderlos y se comuniquen de otra manera.

Imagen de http://burbujitaas.blogspot.com/
¿Qué hacer? La clave, en muchos casos, es la prevención. Por ejemplo, si estamos en el parque y ya nos tenemos que ir le avisamos al niño que en x minutos nos iremos. Se le va avisando conforme va quedando menos tiempo. Esto le permite sentir que tiene cierto control sobre lo que pasa y no que el adulto interrumpe de pronto su actividad. Pensemos que para un niño sus actividades son muy importantes.

¿Qué pasa si a pesar de avisarles no se quieren ir del parque? Debemos reconocer la validez de lo que sienten: no quieren dejar de jugar. Sin embargo, hay algo que se tiene que hacer: regresar a la casa. Aquí es cuando la empatía y la firmeza amorosa (ojo, no agresiva) entran en juego. “Fulanita, entiendo que no te quieras ir porque te estás divirtiendo, pero ya va a ser hora de comer. ¿Quieres que te cargue o vamos caminando?”. Se le explica al niño lo que se espera de él y, si se puede, se le da la posibilidad de elegir algo.

Hay situaciones en donde es posible ser flexibles y negociar, pero hay otras que no son negociables. En estos casos lo que suele funcionar es que los padres estén muy seguros y convencidos para que puedan transmitir su mensaje con firmeza. Lo principal es que los niños sientan que, por encima de todo, sus papás se preocupan por ellos y los están cuidando. Los gritos de los adultos, muchas veces asustan más y pueden tener un efecto contrario al que se quiere. Ser firmes no quiere decir gritar, ¿está claro?

Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

jueves, 3 de julio de 2014

"Ordena tu cuarto!" "Recoge tus juguetes! "Haz tu tarea!"

Imagen de: www.el-nacional.com
Muchas veces los padres podemos ser muy insistentes y autoritarios con algunos temas cotidianos, llenando a nuestros hijos de órdenes que repetimos una y otra vez, generando entre ellos y nosotros un gran malestar. Nos preguntamos entonces ¿por qué no nos obedecen sin que tengamos que repetirles las cosas mil veces? Lo cierto es que los niños aprenden en compañía de sus padres, no de las órdenes y la rutina "en automático" que a veces esperamos que cumplan como robots. Un niño no aprende solo, los aprendizajes reales se generan del afecto y conexión que envuelve el "aprender a ordenar mi ropa en compañía de mi mamá" o "aprender a guardar mis juguetes en compañía de papá". Por supuesto que todo aprendizaje es un proceso donde el ejemplo que les damos tiene un lugar fundamental.


Es cierto que los días ahora son muy ajetreados y que estamos llenos de distracciones y exigencias, pero es necesario (ahora más que nunca) hacer una pausa para disfrutar con nuestros niños de los encuentros que transforman la cotidianidad en una posibilidad de crecimiento, después de todo, éstos son los aprendizajes que realmente se llevarán consigo el resto de sus vidas.


Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta 
Miembro Fundador de Acunnare. Espacio para Padres