martes, 2 de junio de 2015

¿Crecer o no crecer? La paternidad y sus contradicciones

Diferentes escenas en la vida de padres e hijos: un bebe que cada vez muestra menos interés por lactar y más por mirar lo que hay a su alrededor…la madre se pregunta si la lactancia está llegando a su fin; una niña que después de un tiempo de adaptación al nido por fin se queda tranquila y se despide sin lágrimas; un niño que se baja muchas veces de la cuna…parece que ya no quiere estar en ella; una niña que se quita el pañal sola porque le molesta que esté sucio; un niño que pide que ya no vaya la nana cuando lo invitan a una casa; una niña que ya no quiere que mamá le dé la mano cuando caminan al colegio; un niño que ya no quiere hacer “cosas de bebés”…

Hay muchas escenas en donde nuestros hijos nos hacen saber que están listos para dar un paso más…que son más “grandes” y que quieren probar hacer las cosas por ellos mismos. Y nosotros como padres nos alegramos de ver cómo crecen, de sus deseos de ser más autónomos, de probar diferentes cosas, de arriesgarse, de lograr o de probar otra vez. Pero hay una parte nuestra que también puede sentir pena porque cada paso hacia adelante también significa que ya no son nuestros bebés. Que aunque hay aspectos en los que ya no nos necesitan tanto y eso nos alivia, también puede significar que una etapa ya acabó y no volverá.
Imagen de www.crecebebe.com

Es curioso cómo por un lado hay padres que desean que haya etapas que pasen muy rápido, que se preocupan porque sus hijos ganen en esta suerte de carrera por ser el primero que duerma toda la noche, hable, camine, deje el pañal, pinte sin salirse de la raya…pero por otro lado pueden darle a sus hijos el mensaje “sin querer queriendo” de que todavía son muy chicos y que no pueden: “Cuidado! Te vas a caer/golpear!”; “Deja, lo hago yo”; despidiéndose 3 veces para “asegurarse” de que su hijo sí se queda tranquilo en casa cuando tenemos que salir; y más.

Es normal sentirse así…es parte de nuestro proceso de dejar que nuestros hijos crezcan, y es parte de las ambivalencias que tenemos como padres y como personas. Queremos pero no queremos…que se acabe la adaptación al nido pero, en el fondo, queremos que todavía lloren un poquito cuando nos vamos. Mayor desarrollo y autonomía no significa que nuestros hijos dejen de necesitarnos, significa que nos necesitarán de otra manera. Necesitan que los acompañemos, que permitamos que crezcan sin empujarlos antes de tiempo, sin exigirles…necesitan que estemos porque al final del día siguen queriendo que papá les lea un cuento o mamá les de el beso de buenas noches. Con el paso de los años los rituales podrán cambiar pero el amor y la experiencia de ser cuidados permanece y esto es lo que influye en que luego puedan enfrentar nuevos retos, experiencias y vínculos…

Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental

Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

martes, 26 de mayo de 2015

Otro TIP

Imagen de www.bellezapura.com
Seamos cautelosos cuando saludemos a los niños, no nos acerquemos bruscamente a besarlos, tocarlos, ni mucho menos les exijamos que nos den un beso si ellos no quieren. Muchas veces los adultos pensamos, equivocadamente, que tenemos derechos sobre nuestros pequeños que realmente no tenemos y los invadimos con nuestros abrazos, besos y caricias sin respetar ningún tipo de límite. 

Los niños se pueden sentir intimidados e invadidos por estos acercamientos que para ellos (y quizá con mucha razón) pertenecen al orden de las relaciones afectivamente más cercanas o íntimas.

La próxima vez que saludemos a un niño tratemos de contener nuestro impulso a besarlo o a pedirle un beso, más bien intentemos un "¿cómo estás?" interesado y una mirada cariñosa, eso es más que suficiente.

Minosha Casabonne
Psicóloga- Psicoterapeuta

Acunnare. Espacio para Padres

miércoles, 6 de mayo de 2015

Vínculos que dejan huella

Hay abuelas que son como madres para sus nietos, tíos y tías que tienen el corazón tan grande que a pesar de tener hijos siempre hay un lugar especial en su hogar y en su corazón para sus sobrinos, nanas amorosas capaces de brindar su cariño y dedicación a pequeños que ni siquiera son su familia, primos que son como hermanos....  Es un regalo de la vida para una persona tener durante la infancia estos otros vínculos de amor y cuidado aparte de sus padres, son experiencias que nutren los afectos y que pueden ser muy reparadoras dejando profundas huellas en la mente y el corazón. Los niños tienen mucha capacidad de recibir, en algunos casos bastante más de la que tenemos los adultos y, como consecuencia, se encariñan con las personas que se interesan por ellos, que les brindan su tiempo y su amor.

Como suele suceder en este camino de la vida, también a veces estas personas se van, en algunos casos para no volver... Este puede ser un momento muy doloroso porque las extrañamos, nos sentimos tristes, lloramos... Hasta que, eventualmente, comprendemos que todo lo que vivimos juntos sigue con nosotros a pesar de la ausencia física.

Cuando nuestros niños pasan por estas vivencias dolorosas de perder a alguien a quien querían mucho, podríamos pensar que como son chiquitos "no se dan cuenta" porque están jugando "como siempre". Sin embargo, nuestros pequeños se dan cuenta de todo, extrañan, se entristecen y el juego es muchas veces una forma que encuentran para elaborar estas experiencias y sentimientos. Lo mejor que podemos hacer por nuestros pequeños en estos casos es permitirles vivir su duelo, reconociéndoles su dolor, abriéndoles un espacio de escucha y compañía empática, sin tratar de distraerlos para "que no sientan". Pasado un tiempo, ellos también se darán cuenta de que a pesar que la persona querida se fue, todos esos intercambios envueltos de amor que vivieron juntos los acompañan para siempre y enriquecen el resto de sus vínculos y su vida en general.

Las personas no somos reemplazables como lo pueden ser los objetos, cada vínculo es único y especial y como consecuencia, irreemplazable. Permitámosles a nuestros niños vivir con libertad sus sentimientos, la mente y el corazón tienen sus tiempos y ellos son sabios...

Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapueta

Acunnare. Espacio para Padres

jueves, 2 de abril de 2015

Autoridad vs. Autoritarismo

Imagen de peru21.pe
El niño obedece los limites por amor, porque ama a sus padres y porque sabe que ellos lo aman a él. Lo que hace que un límite sea digerible (a pesar de que nuestros niños protesten cuando se lo pongamos) y que lo pueda incorporar a su vida es que éste venga envuelto de amor. Los límites puestos con violencia y castigo se hacen indigeribles para nuestros hijos, puede que obdezcan pero lo harán sometiéndose por miedo, eso es autoritarismo. Por el contrario, la autoridad tiene como ingredientes fundamentales la firmeza y el amor.

Minosha Casabonne
Psicóloga / Psicoterapeuta

Acunnare. Espacio para Padres

jueves, 26 de marzo de 2015

Los diferentes momentos de ser padres

Hay momentos en los que parece que nada de lo que hacemos o decimos funciona. Nos podemos quedar con la sensación de que estamos tan perdidos respecto a qué hacer con nuestro hijo como cuando recién nació y llegamos a casa del hospital. A veces podemos sentir que otros padres tienen la fórmula mágica para que su niño duerma toda la noche, o coma bien, no haga pataletas o (escoja ud su dificultad). Hay momentos en los que nos frustramos, molestamos o perdemos la paciencia porque pensamos que los chicos hacen las cosas por engreídos, manipuladores, malcriados. Hay momentos en los que nuestros hijos no nos caen muy bien. Lo cierto es que estos son algunos momentos por los que muchos padres pasan.

Imagen de educacion2.com
Hay otros momentos en los que nos sorprendemos por nuestra fuerza y capacidad para ir a trabajar a pesar de tener tantas noches sin dormir de corrido; que logramos entender el sentido que tiene leer el mismo cuento todas las noches durante dos semanas (o más)…y lo volvemos a leer con entusiasmo; que encontramos en nosotros la convicción suficiente para que al poner un límite podamos transmitir tranquilidad y firmeza en lugar de duda y culpa… que recordamos que cantarles tal canción ayuda a que duerman mejor, o que entendemos que no pasa nada si hay un día en que solo quieren comer melocotones. Hay muchos momentos en los que disfrutamos con nuestros hijos, que nos podemos reír de sus travesuras, que sentimos que el amor por ellos es tan grande no nos cabe en el cuerpo.

Hay momentos en que nos damos cuenta de que cada día es un aprendizaje para nosotros como mamás y papás (y para los niños como hijos y personas), que cada día sabemos un poco más que el día anterior y que lo importante es no seguir intentando ser perfectos y tener hijos perfectos sino hacer lo mejor que podemos. Nuestros hijos aprenden mucho en el vínculo con nosotros. Gracias a nuestras equivocaciones entienden que ellos también se pueden equivocar; aprenden que uno puede estar molesto con el otro pero que eso no significa que dejamos de quererlo; que se puede discutir pero luego se puede hablar...No hay una fórmula para ser padres, cada etapa del desarrollo de nuestros hijos y cada hijo nos traerá diferentes retos. Habrá momentos donde las cosas fluirán con tranquilidad y otros momentos donde habrá, quizás, turbulencia.

Así que paciencia, son los diferentes momentos que vivimos en esta aventura de ser padres…Confiemos en nosotros, y confiemos en nuestros hijos.

Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental

Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres