Muchos niños
están de vacaciones y puede que algunas familias decidan aprovechar estos días
para salir de la ciudad. Qué necesario resulta darse estos espacios en donde
las rutinas cambian un poco, se pasa más tiempo juntos, hay otras actividades
en las cuales disfrutar, relajarse…
Pero ¿qué pasa
cuando se acaban las vacaciones? Hay padres que se preguntan por qué a sus
hijos les cuesta retomar las rutinas, dormir toda la noche, no pasarse a su
cama, comer como antes, despertarse temprano, etc. Pensemos en lo que pasa
durante las vacaciones: las horas de comer quizás varían un poco, la comida es
diferente, la hora de dormir puede extenderse algunas veces, se comparte cuarto
y, quizás, la cama con los padres, entre otras cosas.
Si tenemos en
cuenta que volver a la rutina de trabajo y demás actividades pueden ser
difíciles para algunos adultos al acabar las vacaciones, tiene sentido que para
los niños también lo sean. Los niños, por lo general, no son quienes deciden
acerca de los cambios, ellos deben aceptarlos y acomodarse (o no). ¿Cómo
ayudarlos, entonces, a que volver a la rutina no sea tan trabajoso? Una idea
que podría servir es que si vamos a compartir el cuarto pedir una cama extra
para los niños. Y si son muy chiquitos, un colchón en el piso rodeado de
almohadas puede funcionar bien. Esto mantiene un cierto límite que ya viene
desde la casa.
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Pensemos en lo
confuso que puede ser para un niño que siempre duerme en su cuarto y en su cama
que de pronto se va de viaje o de paseo y duerme en el mismo cuarto o en la
misma cama que sus papás. Lo más probable es que al volver a casa quiera seguir
haciéndolo. Y si se pasó el viaje comiendo papas fritas, o durmiendo tarde
quizás quiera seguir igual. Por ello lo importante es que, si se pueden
mantener ciertos límites, que se mantengan sabiendo que tampoco se trata de ser
rígidos e inflexibles.
Lo que ayuda a
los niños es que se les explique que en el viaje algunas cosas son diferentes,
pero al volver a casa siguen teniendo su cama, su cuarto, vuelven al colegio, y
volverán a comer algo más que papas fritas... Nuestras palabras le permiten a los
niños entender poco a poco lo que pasa, para que nuestros actos no los dejen
con la sensación de que “ahora sí y ahora no”. Cuando los límites no son muy
claros ni consistentes generan inseguridad y necesidad de ser puestos a prueba
una y otra vez. Por ello, si hay excepciones (y esto aplica no solo para las
vacaciones) mencionarlas para que se sepa que son excepciones y no nuevas
reglas de juego. Por lo demás, a disfrutar que luego de las vacaciones con
paciencia y buen humor las rutinas, poco a poco, volverán a su lugar.
Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud
Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres
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