martes, 23 de septiembre de 2014

De cuando en cuando

La niñez es un momento en el que se aprende mucho acerca de muchas cosas: del mundo y sus colores, sabores, texturas, olores; de los otros en la forma cómo se relacionan con nosotros, y nosotros con ellos, cómo son, se sienten y nos hacen sentir, cuáles son sus reglas y libertades; de nosotros en nuestras habilidades, capacidades, posibilidades, deseos, frustraciones…y más. La labor de los padres es acompañar a sus hijos en este viaje que por momentos puede ser más o menos fluido. Implica permitirles tener la ilusión de ser omnipotentes y que todo es de ellos, para luego ir mostrándoles, poco a poco, que en el mundo hay ciertas reglas que ir aprendiendo para poder convivir con los demás.

Este camino de crecer supone ir aceptando que uno no tiene todo el poder para hacer y conseguir lo que se quiere, que uno tiene ciertos impulsos que hay que aprender a regular, que hay formas de comunicar lo que queremos y cómo nos sentimos…y esto es algo que puede ser un reto no solo para los chicos sino también para los grandes!! Habría que pensar, entonces, cómo ayudar a que este proceso pueda vivirse con alegría, curiosidad y disfrute, y no esté cargado de tantas dudas, culpas y/o exigencias.

Imagen de edukame.com
Pensemos, por ejemplo, en la forma en que nos vinculamos con nuestros hijos. ¿Cómo nos sentimos cuando estamos con ellos? ¿Cómo nos sentimos nosotros como padres? ¿Cómo sentimos que es nuestra relación con ellos? Es importante hacerse estas preguntas de cuando en cuando porque son una oportunidad de reflexionar si hay cosas que creemos que están funcionando de manera armoniosa, o si quizás podrían hacerse de otra manera… Si la forma en que miramos a nuestros hijos tiene que ver con nuestras propias expectativas o deseos de cómo deben ser o hacer; o si los estamos pudiendo ver en su propia individualidad, con sus ritmos, intereses, capacidades, habilidades y deseos particulares.

Quizás el poder detenernos de cuando en cuando y pensar en todo esto nos permita encontrar nuevas formas de mirar, de acoger, de escuchar, de entender, de comunicar…y podría ayudar a enriquecer nuestra relación no solo con nuestros hijos, sino con nosotros mismos y con los demás.


Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental

Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres

martes, 16 de septiembre de 2014

Esta carrera sin fin

Imagen de es.dreamstime.com
Estimulación prenatal, estimulación temprana, clases de música, natación, fútbol, ballet, terapias, clases, clases, y más clases... Esta es la vida de nuestros niños de hoy. Últimamente parece que la infancia se ha convertido en una carrera sin fin, donde nuestros hijos ya no tienen tiempo de ser niños, de jugar, de aburrirse y de pasar tiempo en casa.

Lo que quizá estamos perdiendo de vista es que el desarrollo tiene un ritmo natural, y en esta vorágine de exigencias y clases, estamos forzando a nuestros niños a lograr cosas antes de que estén listos. ¿Por qué los padres estamos poniendo tan por delante el desarrollo cognitivo, restándole importancia al mundo emocional y afectivo? ¿Acaso la capacidad de disfrutar, de establecer vínculos saludables, de amar-se y de crear se aprenden en clases? Definitivamente no.


Detengámonos un poco, hagamos un alto a la carrera y pasemos tiempo juntos, confiemos en nuestros hijos y en nosotros como padres. Ninguna clase les va a enseñar lo que nuestra presencia amorosa y calmada les enseña, eso es seguro. Nadie les va a enseñar sobre creatividad como lo hará la experiencia de aburrirse, ya que del aburrimiento surge la creatividad, una herramienta fundamental para enfrentarse a la vida. Nada les va a enseñar acerca sí mismos, de su mundo interno y de sus capacidades como lo hará el tiempo de juego. Y finalmente, no hay nada que les inculcará el placer por aprender como lo puede hacer la mirada amorosa y paciente de sus padres.

Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapeuta
Miembro Fundador de Acunnare. Espacio para Padres

martes, 2 de septiembre de 2014

Los grandes logros de los pequeños...¿son pequeños para los grandes?

Una niña de unos 4 años llega al cuarto de sus papás muy sonriente y orgullosa, y les dice que ella se ha vestido solita para ir al colegio. Ellos no la miran mientras se están alistando para ir a trabajar. Luego, el padre la mira rápidamente y le dice, “Ah, qué bueno, ya era hora de que aprendieras”. La madre se detiene un momento, la mira y le dice, “Muy bien Fulanita!!! Pero no te has peinado bien, no?” La niña que tenía la sonrisa, poco a poco ha ido quedándose seria y se va. ¿Qué pasó con su alegría y orgullo? ¿Qué pasó con sus papás?

A veces, los padres no le damos el suficiente valor a los pequeños grandes logros de nuestros hijos. Podemos estar tan inmersos en nuestras propias actividades y obligaciones que, quizás, no nos damos el tiempo de detenemos a mirar o escuchar aquello que nuestro hijo quiere mostrarnos o decirnos. El ejemplo anterior es algo que puede pasar con frecuencia y, de repente, no le damos mayor importancia. Lo que quizás no nos damos cuenta es que los “Ya era hora de que aprendieras” o los “Muy bien…pero…” hacen que, a nuestros ojos, los logros de los niños no tengan tanto valor ni sean suficientemente buenos porque hay algo que se pudo hacer mejor o antes.
 
Imagen de www.guiainfantil.com
Son estos comentarios los que, de manera repetida, influyen en la sensación del niño de ser o no ser “suficiente” para sus padres y esto es lo que se va añadiendo al cajón interno de su autoestima en desarrollo.

¿Qué otro acercamiento se hubiera podido tener con la niña del ejemplo? (¿qué se les ocurre?)
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No hacen falta fuegos artificiales, solo un reconocimiento sincero que no venga acompañado de un señalamiento de lo que hizo “mal”.  Esto es parte de lo que permitirá que el niño pueda sentirse orgulloso de lo que hace y sin temor a los retos, en lugar de sentirse inseguro pensando que es mejor que lo haga el otro.


Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental

Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres