martes, 20 de mayo de 2014

Mi hijo solo tiene un amigo ¿está bien?

Actualmente se escucha a padres que están preocupados por la socialización de sus niños desde que son muy chiquitos. Si bien la socialización es parte del proceso de desarrollo en el cual los adultos podemos influir de una u otra manera, no olvidemos que cada uno es diferente en su forma de aproximarse a las experiencias. Todos venimos al mundo con ciertas características predeterminadas genéticamente, y hay otros rasgos de la personalidad que se desarrollan de acuerdo al entorno en el que vivimos y a los vínculos que vamos estableciendo con nuestros padres y cuidadores. Hay niños extrovertidos, otros introvertidos, unos que se lanzan a explorar desde un primer momento y otros que necesitan un poco más de tiempo. Esto mismo se aplica a la socialización. Ciertos niños pueden tener muchos amigos y otros tienen pocos.

Imagen de Sevilla.com
Algunos padres se inquietan si su hijo, aparentemente, tiene un solo amigo pero ¿qué quiere decir esto? ¿Que solo quiere jugar con un niño y no con los demás? ¿Que los demás lo rechazan? ¿Que tiene pocas habilidades sociales? ¿Que él rechaza al resto? Una manera de intentar entender qué puede estar pasando es observar al niño cuando está con otros niños (por ejemplo, en el parque, en un santo, en casa de otros niños), preguntarle a la profesora del nido o del colegio cómo lo ve en la clase y en el recreo. Podemos preguntarle a nuestro hijo, mientras conversamos acerca de cómo le fue en el día, con quién le gusta jugar, y si quiere invitar a alguien a la casa. Puede ser que tenga preferencia por un amigo o amiga en particular, lo cual es algo que se debe respetar si es que no está impidiendo que se relacione con otros niños y niñas de manera natural. Podemos, también, proponerle invitar a otros compañeros de clase. Lo importante es no forzarlo a hacer algo que no quiere o para lo que, quizás, aun no está preparado.

Ahora bien, también cabe voltear la mirada hacia nosotros mismos como padres y preguntarnos si somos de muchos o pocos amigos, y si nos cuesta o no acercarnos a las personas. Tengamos en cuenta que los niños aprenden de las relaciones entre las personas a partir de cómo es el vínculo con sus padres y cómo observan a estos relacionarse con los demás.  
Finalmente, observemos y abramos espacios de comunicación con nuestros hijos. Si los notamos angustiados o retraídos indaguemos qué puede estarles pasando; de lo contrario, quizás solo necesiten que confiemos más en ellos y en sus recursos.

Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica - Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental 
Miembro fundador de Acunnare. Espacio para Padres