martes, 26 de mayo de 2015

Otro TIP

Imagen de www.bellezapura.com
Seamos cautelosos cuando saludemos a los niños, no nos acerquemos bruscamente a besarlos, tocarlos, ni mucho menos les exijamos que nos den un beso si ellos no quieren. Muchas veces los adultos pensamos, equivocadamente, que tenemos derechos sobre nuestros pequeños que realmente no tenemos y los invadimos con nuestros abrazos, besos y caricias sin respetar ningún tipo de límite. 

Los niños se pueden sentir intimidados e invadidos por estos acercamientos que para ellos (y quizá con mucha razón) pertenecen al orden de las relaciones afectivamente más cercanas o íntimas.

La próxima vez que saludemos a un niño tratemos de contener nuestro impulso a besarlo o a pedirle un beso, más bien intentemos un "¿cómo estás?" interesado y una mirada cariñosa, eso es más que suficiente.

Minosha Casabonne
Psicóloga- Psicoterapeuta

Acunnare. Espacio para Padres

miércoles, 6 de mayo de 2015

Vínculos que dejan huella

Hay abuelas que son como madres para sus nietos, tíos y tías que tienen el corazón tan grande que a pesar de tener hijos siempre hay un lugar especial en su hogar y en su corazón para sus sobrinos, nanas amorosas capaces de brindar su cariño y dedicación a pequeños que ni siquiera son su familia, primos que son como hermanos....  Es un regalo de la vida para una persona tener durante la infancia estos otros vínculos de amor y cuidado aparte de sus padres, son experiencias que nutren los afectos y que pueden ser muy reparadoras dejando profundas huellas en la mente y el corazón. Los niños tienen mucha capacidad de recibir, en algunos casos bastante más de la que tenemos los adultos y, como consecuencia, se encariñan con las personas que se interesan por ellos, que les brindan su tiempo y su amor.

Como suele suceder en este camino de la vida, también a veces estas personas se van, en algunos casos para no volver... Este puede ser un momento muy doloroso porque las extrañamos, nos sentimos tristes, lloramos... Hasta que, eventualmente, comprendemos que todo lo que vivimos juntos sigue con nosotros a pesar de la ausencia física.

Cuando nuestros niños pasan por estas vivencias dolorosas de perder a alguien a quien querían mucho, podríamos pensar que como son chiquitos "no se dan cuenta" porque están jugando "como siempre". Sin embargo, nuestros pequeños se dan cuenta de todo, extrañan, se entristecen y el juego es muchas veces una forma que encuentran para elaborar estas experiencias y sentimientos. Lo mejor que podemos hacer por nuestros pequeños en estos casos es permitirles vivir su duelo, reconociéndoles su dolor, abriéndoles un espacio de escucha y compañía empática, sin tratar de distraerlos para "que no sientan". Pasado un tiempo, ellos también se darán cuenta de que a pesar que la persona querida se fue, todos esos intercambios envueltos de amor que vivieron juntos los acompañan para siempre y enriquecen el resto de sus vínculos y su vida en general.

Las personas no somos reemplazables como lo pueden ser los objetos, cada vínculo es único y especial y como consecuencia, irreemplazable. Permitámosles a nuestros niños vivir con libertad sus sentimientos, la mente y el corazón tienen sus tiempos y ellos son sabios...

Minosha Casabonne
Psicóloga - Psicoterapueta

Acunnare. Espacio para Padres