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Estamos a pocas
semanas del final de las vacaciones. Esto afecta a padres e hijos de diferentes
maneras. Por un lado, pensemos en los padres. Muchos estarán (pre)ocupados con
la compra de uniformes, útiles, organizando movilidades, etc… Algunos estarán
respirando aliviados porque sus chicos vuelven a la rutina del nido o del
colegio y no tendrán la inquietud por tenerlos tanto en casa, por buscarles
actividades, clases o talleres que los entretengan y los hagan “aprovechar” el
tiempo libre. Otros padres quizás sentirán pena porque esta vuelta a la rutina
significa que el tiempo extra que podían pasar con sus hijos acabó por ahora.
De otra parte,
están nuestros hijos. Hay niños que puede que ya tengan ganas de volver a
clases porque eso significa volver a ver a muchos de sus amigos, a profesores o
profesoras, porque disfrutan de las diferentes actividades que tienen en el
nido o colegio, porque disfrutan de aprender…Cambiar de año académico, también,
significa que son más grandes y eso para muchos es algo emocionante. Por otro
lado, habrá niños que estarán deseando que las vacaciones no acaben porque
volver a clases les resulta pesado, están llenos de actividades, de horas de
clases que parecen interminables, sienten que las tareas son difíciles, tienen
compañeros o compañeras fastidiosos o profesores poco empáticos…
Volver a clases
significa inevitablemente un cambio para grandes y chicos. ¿Cómo ayudar,
entonces, a que fluya con tranquilidad? Hablemos con nuestros hijos y
preguntémosles cómo se sienten. Acojamos lo que nos dicen entendiendo que aunque
sean niños lo que les pasa es grande e importante. Si hay cambios que hacer en
algunas rutinas empezar a hablar de ellos para que sean mejor recibidos. Por
ejemplo, los horarios de acostarse y levantarse suelen tener que reacomodarse.
Se puede ir retrocediendo en la hora de dormir poco a poco hasta llegar al
horario que les permita a los chicos descansar lo suficiente para levantarse
con el tiempo necesario para alistarse sin prisas. Cada familia irá haciendo
los diferentes ajustes que sean necesarios.
Lo que no hay
que olvidar es que las vacaciones son importantes para que los chicos puedan
descansar, jugar, aburrirse, disfrutar de actividades de ocio y así recargarse
para que al inicio de clases no lleguen cansados o sin ganas sintiendo que la
exigencia no tiene cuándo acabar.
“El
tiempo desocupado no es un vacío que debe llenarse. Es lo que te permite
reordenar de una manera creativa las demás cosas que están en tu mente.” (Carl Honoré)
Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres
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