Diferentes escenas en la vida de
padres e hijos: un bebe que cada vez muestra menos interés por lactar y más por
mirar lo que hay a su alrededor…la madre se pregunta si la lactancia está
llegando a su fin; una niña que después de un tiempo de adaptación al nido por
fin se queda tranquila y se despide sin lágrimas; un niño que se baja muchas
veces de la cuna…parece que ya no quiere estar en ella; una niña que se quita
el pañal sola porque le molesta que esté sucio; un niño que pide que ya no vaya
la nana cuando lo invitan a una casa; una niña que ya no quiere que mamá le dé
la mano cuando caminan al colegio; un niño que ya no quiere hacer “cosas de
bebés”…
Hay muchas escenas en donde
nuestros hijos nos hacen saber que están listos para dar un paso más…que son
más “grandes” y que quieren probar hacer las cosas por ellos mismos. Y nosotros
como padres nos alegramos de ver cómo crecen, de sus deseos de ser más
autónomos, de probar diferentes cosas, de arriesgarse, de lograr o de probar
otra vez. Pero hay una parte nuestra que también puede sentir pena porque cada
paso hacia adelante también significa que ya no son nuestros bebés. Que aunque
hay aspectos en los que ya no nos necesitan tanto y eso nos alivia, también
puede significar que una etapa ya acabó y no volverá.
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Es curioso cómo por un lado hay
padres que desean que haya etapas que pasen muy rápido, que se preocupan porque
sus hijos ganen en esta suerte de carrera por ser el primero que duerma toda la
noche, hable, camine, deje el pañal, pinte sin salirse de la raya…pero por otro
lado pueden darle a sus hijos el mensaje “sin querer queriendo” de que todavía
son muy chicos y que no pueden: “Cuidado! Te vas a caer/golpear!”;
“Deja, lo hago yo”; despidiéndose 3 veces para “asegurarse” de que su hijo sí
se queda tranquilo en casa cuando tenemos que salir; y más.
Es normal sentirse así…es parte de
nuestro proceso de dejar que nuestros hijos crezcan, y es parte de las
ambivalencias que tenemos como padres y como personas. Queremos pero no
queremos…que se acabe la adaptación al nido pero, en el fondo, queremos que
todavía lloren un poquito cuando nos vamos. Mayor desarrollo y autonomía no
significa que nuestros hijos dejen de necesitarnos, significa que nos necesitarán
de otra manera. Necesitan que los acompañemos, que permitamos que crezcan sin
empujarlos antes de tiempo, sin exigirles…necesitan que estemos porque al final del día siguen queriendo que papá les lea
un cuento o mamá les de el beso de buenas noches. Con el paso de los años los
rituales podrán cambiar pero el amor y la experiencia de ser cuidados permanece
y esto es lo que influye en que luego puedan enfrentar nuevos retos,
experiencias y vínculos…
Mg. Marian Alvarez-Calderón
Psicóloga Clínica – Máster en Trabajo Clínico y Salud Mental
Miembro fundador de Acunnare Espacio para Padres